Santiago Pedraglio,Opina.21
En paralelo, la prensa ha informado sobre asesinatos de personas sindicadas como delincuentes, cometidos en Cañete, así como el de un controversial abogado, en la ciudad de Trujillo. Y, según se escucha en noticiarios de radioemisoras locales que recogen comentarios telefónicos, innumerables oyentes están de acuerdo con esta “eliminación”.
Lo mismo sucede si se revisan las opiniones en las páginas web y los comentarios sobre artículos que abordan el tema.
Al margen de los inconvenientes que surgirán si se dejan de seguir los cauces legales –instaurados en siglos de civilización, justamente para evitar la barbarie del “ojo por ojo, diente por diente”–, si ese sentimiento se proyecta al ámbito político preelectoral, la más favorecida resulta Keiko Fujimori, por la imagen heredada del gobierno de su padre, capaz de “poner orden” a cualquier precio.
De hecho, los candidatos de la derecha del espectro político endurecerán su discurso sobre el tema; esto es, Alan García y otros de la cola, como el expremier Óscar Valdés, quien desde hace rato pretende ocupar el “espacio del orden”.
Así las cosas, si apareciera un outsider en las próximas elecciones presidenciales no tiene por qué ser uno tipo Alejandro Toledo 2001 u Ollanta Humala 2006. Es más probable que sea un derechista puro y duro, con un discurso radical y una propuesta autoritaria.
Por lo menos a esta hora del partido, se equivocan quienes piensan que en el Perú de hoy un nuevo marginal presidenciable con opción de victoria tiene que ser un izquierdista.
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