Lucía de Althaus,Opina.21
www.parentalidad.pe
Esta semana ha salido una norma ministerial que anuncia que los colegios privados no pueden someter al niño postulante a procesos de selección que involucren capacidades y características específicas. Y lo valioso de este cambio es el énfasis puesto en el bienestar del niño. Denuncia que los procesos de selección hasta ahora vividos por las familias son invasivos, discriminatorios, generan presión y estrés en el postulante y la familia, pudiendo causar daños en la autoestima de los niños que no son “aptos” para determinado colegio. Una locura que recién nos atrevemos a cuestionar.
Esta nueva norma se sostiene en diversas investigaciones que explican que no hay evidencia alguna que demuestre que dicha selección garantice éxito académico a largo plazo. Pero, al hacerlo, estamos sometiendo al niño a presiones y estándares que olvidan la esencia infantil primordial: que sean felices, jueguen, imaginen y, así, desarrollen el placer por descubrir, investigar y aprender. Es un reto complicado, profundo, pero bienvenido en pos de lograr una infancia más sólida y una mejor educación a largo plazo.
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