Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
Sería bueno preguntarle al presidente de los Estados Unidos si no cree que los ataques con “Drones” (aviones no tripulados) no es también un atentado de una cobardía extrema. Podríamos añadir que la diferencia entre el poder destructivo de los drones teleguiados y las bombas caseras de Boston es inmenso, con un agregado: quienes preparan los drones lo hacen en la tranquilidad de sus puestos de trabajo, protegidos por una poderosa maquinaria de guerra, mientras que los que colocan estos artefactos caseros de alguna manera se exponen a ser descubiertos. En suma, ambos actos son cobardes y censurables, pero el primero está amparado por las leyes de un Estado y el segundo es el producto del delirio de un grupo de personas o de la determinación criminal de una sola persona. Ambos asesinan. Cómo me gustaría escuchar a mis colegas censurar los drones con el mismo espanto con que censuraron las bombas de Boston. Todo esto, como dijimos ayer, prueba que el mundo no es un lugar más seguro sin Saddam Hussein u Osama Bin Laden, por el contrario, los Saddam y los Bin Laden se han multiplicado al ritmo de las guerras absurdas que Estados Unidos emprende contra pueblos, en la mayoría de los casos, indefensos. Alguien duda que si los norcoreanos no tuvieran sus 8 ojivitas nucleares (comparadas con las de Estados Unidos en número y potencia) y un ejército altamente entrenado, este país no hubiera sufrido ya la misma suerte que Irak o Afganistán.
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