Santiago Pedraglio,Opina.21
spedraglio@peru21.com
En una se encuentran las fuerzas que han apoyado la opción por el No (izquierdas, Partido Popular Cristiano, Perú Posible, Acción Popular, Somos Perú y el Partido Nacionalista, aunque no oficialmente), y en la otra, los partidos que se colocaron detrás del Sí (Solidaridad Nacional y el Apra), a los que hay que añadir el fujimorismo pues, aunque no llamó a votar por la revocatoria, mostró su simpatía con esta, por ejemplo con la (frustrada) participación de Martha Moyano en el debate.
Estos agrupamientos están lejos de representar bloques orgánicos o acuerdos políticos de largo plazo, como los de la Concertación chilena; por eso, personajes como Pedro Pablo Kuczynski pueden circular entre uno y otro con relativa facilidad.
Solidaridad Nacional tiene una existencia fantasmal, que solo se activa en torno al interés de Castañeda por gestionar la Municipalidad de Lima. Al Apra y al fujimorismo, tan cercanos durante el último gobierno de Alan García, los une el haberse instalado como los mejores representantes de la derecha económica más intransigente (basta recordar la tesis del perro del hortelano). Los emparenta, además, el hecho de ser las fuerzas políticas más intolerantes y la absoluta dependencia de sus respectivos líderes.
En el otro bloque hay apuestas que van desde una economía social de mercado hasta una redistribución más firme de los recursos. Sin embargo, los une el reconocimiento de que para la estabilidad del juego democrático es indispensable que existan representantes consolidados de las distintas tendencias del espectro político; y, por sobre todo, que no primen los intereses desestabilizadores, personales o grupales.
No es gratuito, por eso, que ni el fujimorismo ni el aprismo valoren la importancia de defender la institucionalidad del municipio.
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