22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Eran campesinos cusqueños. Regresaban de una fiesta en un camión, como animales al matadero. El chofer estaba borracho. Mató también a su esposa y a sus dos hijos. El hecho de que sea una noticia que se repite debiera conmovernos e indignarnos aún más. No ha sido así, no lo suficiente en todo caso.

Carlos Basombrío,Opina.21
cbasombrio@peru21.com

Ninguno de los periódicos importantes del domingo consideró que era la noticia de tapa. El presidente, como gran cosa, mandó un Twitter, “conmovido” por la noticia.

Me asusta nuestra indolencia. En un país supuestamente cada vez más orgulloso de sí mismo, 51 de sus hijos mueren de manera espantosa, nada menos que en el Cusco, el epicentro de nuestra identidad. Pero para ninguno de nuestros diarios, aquellos que con el tamaño de sus titulares nos indican qué es lo más importante, ello lo era.

Si fueran ciudadanos de clase media de Lima, el país se habría remecido. ¡Y habría estado muy bien que así fuese! No serían un número y nos conmoveríamos con cada una de las 51 historias. El presidente y todo su gabinete hubiesen acompañado el entierro.

No es verdad, como creemos a veces, con un gran deseo de que sea cierto, que seamos ya un país de todas las sangres. Algo se ha avanzado, pero falta. Son importantes los programas sociales y que tengamos mucho menos personas en pobreza extrema. Ayuda también el homenaje a nuestra identidad desde nuestra gastronomía. Pero no puede ser que nos sintamos orgullosos de nuestras papas nativas pero veamos, casi como si hubiera ocurrido en otro país, el que los que las producen mueran como si fueran animales.

Insisto, no digo que no nos importe, pero no aún no con la intensidad que corresponde a una tragedia que sentimos nuestra. Es en mucho, todavía, la de ellos.


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