El cocinero sudafricano, al que las autoridades neozelandesas consideraban “demasiado gordo” para continuar en el país, renunció finalmente a su proyecto migratorio y decidió regresar a Sudáfrica.
Albert Buitenhuis, de 130 kilos, y su mujer Marthie se enfrentaron a una eventual expulsión en 2013, después de no poder renovar su visado de trabajo a causa del potencial coste de la obesidad del cocinero al sistema de salud de Nueva Zelanda.
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Las autoridades los autorizaron finalmente en 2013 a continuar en el país dos años más a condición de que Albert Buitenhuis se comprometiera a pagar de su bolsillo todos los gastos médicos derivados de su estado físico.
“Nuestra demanda de renovación ha sido rechazada y nos hemos visto obligados a dejar de trabajar a finales de octubre”, declaró este viernes el cocinero sudafricano al medio New Zealand Herald.
“En esta ocasión, dicen que no soy legal y que mi empleador no ha buscado suficientemente si un neozelandés podía hacer mi trabajo”, añadió el hombre, que anuncio su marcha hacia Pretoria junto a su esposa el jueves.
Albert Buitenhuis abandonó en 2007 Sudáfrica rumbo a Christchurch, en la isla Sur de Nueva Zelanda. Entonces, pesaba 160 kilos. Aunque su petición de residencia permanente fue rechazada en 2011, nunca tuvo problemas para renovar su visado de trabajo hasta 2013.
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