Elliot Eland parece el ejemplo perfecto de un bebé feliz, pero la risa y el gesto de su cara son, en realidad, la expresión de un problema médico por el que no puede ponerse serio.
El pequeño, de dos años, es uno de los menos de mil pacientes en el Reino Unido que padecen el síndrome de Angelman, que genera severos retrasos mentales y problemas de crecimiento, aprendizaje y habla.
Los padres de Eland fueron informados de su trastorno cuando era un bebé. “Cuando nos sentimos mal, la risa de Elliot nos mantiene a todos en marcha, solo hay que mirarlo y su felicidad se hace cargo de todo. Cuando tienes hijos solo quieres que sea feliz, y Elliot lo es siempre”, explicó su madre.
“Nunca será capaz de hablar, pero hicimos un curso de lenguaje de señas con la esperanza de poder comunicarnos. Muchos chicos con síndrome de Angelman se comunican a través de iPad, así que estamos ahorrando para comprar uno”, agregó.
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