Con una poblada barba y una lata de refresco en la mano, el náufrago que afirma haber sobrevivido más de un año a la deriva en el océano Pacífico tras zarpar desde México llegó este lunes a Majuro, la capital de las Islas Marshall.
Según sus declaraciones durante su viaje hacia Majuro desde el remoto atolón de Ebon, su nombre es José Salvador Albarengo, tiene 37 años y es originario de El Salvador, aunque vivió al menos 15 años en la localidad mexicana de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, donde trabajaba como camaronero en una empresa llamada Camaronera de la Costa.
El hombre, inicialmente identificado como José Iván, desembarcó por la pasarela de una patrullera de la Policía Marítima con la ayuda de un enfermero, tras un viaje que duró 22 horas desde el remoto atolón coralino de Ebon, donde fue localizado el último jueves.
Según su relato, zarpó desde México el 24 de diciembre de 2012 junto a un compañero llamado Xiquel en un pequeña embarcación de fibra de vidrio, de unos 7,3 metros de eslora. Pero los fuertes vientos desviaron su barco y se perdieron.
Su compañero, que según Albarengo tenía entre 15 y 18 años, murió pocas semanas después porque no fue capaz de comer pájaros crudos.
Cerca de 1,000 curiosos se acercaron al muelle de Majuro donde atracó la lancha patrullera para ver de cerca al náufrago, con el pelo y la barba pelirrojas, que salió sonriendo y saludó a la gente antes de ser llevado al hospital.
El embajador de Estados Unidos en las Islas Marshall, Thomas Ambruster, ofició como intérprete entre el latinoamericano y las autoridades locales.
“Me dijo que era camaronero y pescador de tiburones”, dijo el embajador. “Se le veía mejor de lo que cabría esperar”, añadió.
Su identidad la había revelado durante el viaje en patrullera desde Ebon, dijo un funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores de las Marshall, un vasto archipiélago de Micronesia.
Cuando llegó al pequeño atolón coralino, al sur del grupo de islas, fue localizado por dos lugareños que le rescataron. Estaba desorientado y solo vestía unos calzones hechos jirones.
Como no hablaba inglés, el náufrago se comunicó mediante dibujos y gestos con la alcaldesa del lugar, explicando como mejor pudo que sobrevivió comiendo tortugas, aves y peces que atrapaba con sus manos, y que bebía la sangre de las tortugas cuando no llovía.
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