Yamaguchi-gumi, el más grande e importante sindicato criminal que forma parte de la poderosa yakuza de Japón, una organización criminal que data del siglo XVII, anunció hace poco —mediante un comunicado dirigido a la comunidad (y a los niños)— que suspenderían su fiesta anual este 31 de octubre, con las disculpas del caso.
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El anuncio, colgado en las puertas de su cuartel general en la ciudad portuaria de Kobe, decías así:
“La fiesta de Halloween que tiene lugar cada 31 de octubre será cancelada este año debido a varias razones. Lamentamos desilusionar a los niños y padres que esperaban acudir al evento, y prometemos que el próximo año sí que se celebrará”.
Antes de seguir con esta historia es necesario comprender algo: la yakuza —a diferencia de la mafia italiana o las triadas chinas— no es considerada una organización ilegal per se.
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Si bien obtiene sus ingresos del narcotráfico, la prostitución, el tráfico de armas y personas, e incluso de la extorsión, también tienen un lado amable y legal llegando a formar parte de empresas e incluso pagando impuestos.
Y no solo eso: Yamaguchi-gumi siempre organiza eventos para su comunidad (festivales de pasteles de arroz, de verano y Halloween, por ejemplo). Pero el mes pasado la paz se rompió: miles de sus integrantes fueron expulsados por deslealtad a su líder, Shinobu Tsukasa, formando su propio grupo.
Esta nueva banda, que está integrada por unas 3,000 personas, acusan a su antiguo jefe de querer acaparar para sí gran parte de los 70 millones de euros de ingreso estimado que tiene esta organización criminal. Además: la última vez que hubo una división como esta, en 1984, se desató una guerra que duró tres años con varios muertos, heridos y detenidos.
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Es por estas razones que Yamaguchi-gumi canceló la repartición de caramelos para niños. Por temor a posibles actos violentos, que podrían poner en peligro a la comunidad (y cuya responsabilidad sería atribuida a los líderes de las organizaciones) los niños de Kobe tendrán que esperar al otro año por sus dulces.
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