La crisis generada por la corrupción estatal fue el detonante para que los guatemaltecos se volcaran a las urnas y derrotaran el abstencionismo y con el triunfo del comediante Jimmy Morales en la primera vuelta dieran un golpe de castigo a los políticos tradicionales.
A falta de computar el 5 % de las 19,582 juntas receptoras de votos, el candidato presidencial del opositor Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) suma 1.147.645 votos, es decir el 24,45 % del total de sufragios válidos emitidos.
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Como rival en la segunda vuelta, el 25 de octubre, tendrá al multimillonario Manuel Baldizón, quien obtuvo el 17% de los votos.
La afluencia de los votantes, según los resultados parciales del escrutinio, puede haber superado el 78 %, la cifra más alta en unas elecciones generales desde el retorno a la democracia hace ya 30 años.
Y es que muchos sectores no se atrevían a vaticinar ni siquiera que se iban a celebrar las votaciones por las manifestaciones que se iniciaron desde abril pasado para rechazar la corrupción y a la par pedir la suspensión del proceso electoral.
La falta de aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos para evitar la reelección de diputados y alcaldes fue una de las razones de que los potenciales votantes se mantuvieran mucho tiempo indecisos sobre la asistencia a las urnas.
Sin embargo, parece que a última hora decidieron dar la “estocada mortal” al ausentismo y casi la mayoría de los 7,5 millones de habitantes empadronados, el 46 % de ellos entre los 18 y 30 años de edad, ejerció su derecho al voto pese a los intentos de boicotear el ingreso a los colegios electorales.
La más alta participación en unos comicios se había registrado en 2011, con un 69,34 % de asistencia de los 7,34 millones inscritos en el padrón en aquel entonces.
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Esas elecciones fueron las que llevaron al poder al general Otto Pérez Molina, quien derrotó en la segunda vuelta al empresario Manuel Baldizón, de Libertad Democrática Renovada (Lider), quien cuatro años después parece ser el gran perdedor de la primera ronda celebrada este domingo.
Acusado de corrupción, Pérez Molina, militar retirado, se vio obligado a renunciar a la Presidencia la semana pasada y por ahora se encuentra en prisión provisional a la espera de que un juez decida el próximo martes si lo liga o no a un proceso judicial por los delitos de asociación ilícita, caso especial de defraudación aduanera y cohecho pasivo.
Y el más favorecido de la crisis política desatada por las denuncias de corrupción fue Jimmy Morales, quien salió al ring poco después de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) convocara a las elecciones generales el 2 de mayo pasado.
Desconocido en el mundo de la política y sin experiencia en la administración pública, Morales supo sacar provecho del malestar de la sociedad y lanzó su candidatura presidencial.
En poco menos de seis meses, este director de cine y actor ha ganado la primera vuelta electoral como producto, como él dice, de la coyuntura.
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