Es mediodía en Ciudad de México. En las calles ya nadie habla del Huracán Patricia, ya nadie se acuerda. O al menos eso pasa en los mercados, donde entre máscaras de Chucky, Anonymous, Drácula y La Catrina, la gente busca la de El Chapo. Que te digan que “ya se hizo humo” parece una broma. A pocos días de Halloween, el disfraz completo que incluye traje a rayas y la máscara está agotado.
Tras aparecer en agencias internacionales de noticias, la máscara desapareció como el mismísimo Joaquín Guzmán Loera, quien fugó la noche del 11 de julio de la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano.
No hay, no está, nadie sabe si llegará, nadie sabe si la que distribuyan a los puestos sea la verdadera o la copia. ¿Hay copia? “Pues sí, la que se parece menos al verdadero”, comenta un vendedor.
El mercado de Sonora –uno de los más tradicionales de México, fundado en la década del 50–es una postal llena de gente que corre por distintas razones. Ubicado al sureste del Centro Histórico, el también llamado ‘mercado de los brujos’ es el único lugar donde un día como hoy es posible hallar la máscara del narco que, según información difundida ayer por la DEA, es protegido por más de 5 mil hombres de un grupo llamado Gente Nueva.
Un túnel de 1,5 kilómetros permitió su fuga. Lo buscan, dicen que lo tienen cercado, y la versión del gobierno es que la búsqueda es incansable. Periodistas con los que abordo el tema no se la creen muchos y los comerciantes de Sonora tampoco.
LLÉVESE A PEÑA NIETO
Unos buscan disfraces, camisetas y máscaras, pero el mercado de Sonora es el famoso centro de la magia y el esoterismo en México. La Santa Muerte, San Judas Tadeo, amuletos y una larga lista de artilugios para retener al amante rebelde, conquistar a la mujer esquiva o tener a la familia unida se ofrecen en casi todos los estrechos pasadizos, al lado de hierbas medicinales, trenzas de ajos, cruces, herrajes y unos curiosos ‘polvos de odio’ que promete romper parejas.
El olor a tacos y comida frita se mezcla con el de los animales que ofrecen enjaulados. A simple vista te encuentras con perros, gatos, conejos y gallinas. Nada de fotos. Se dice que bien escondidos se hallan los tigres, tortugas y otras especies. Se dice, nadie lo sabe con certeza. Todo está prohibido, pero nadie ve, nadie cuestiona, nadie opina.
Buscar la máscara de El Chapo es una aventura riesgosa que requiere paciencia aunque se puede recurrir a Mercado Libre, donde lo ofrecen entre 90 y cerca de 160 dólares. Los comerciantes lo saben bien, y aprovechan la situación.
No hay. Ya no hay. Ya se acabó. Agotado. Híjole, ya no hay. Ya no traen. Mañana llega El Chapo. Ya no salen. Llévese a Peña Nieto. También hay Messi.
Las voces se entrecruzan, gritos y susurros. En el pasillo ocho, nos dicen. Permiso, permiso. Avanzas y preguntas si tienen la máscara. “Fugado”, dice alguien, con la risa en la cara. Antes de llegar al pasillo ocho te detienes en la sección de camisetas, donde está la más pedida, la que tiene la imagen del narcotraficante como cara de un dólar. A 200 pesos, esto es menos de 15 dólares.
Al lado de Frida Kahlo, Chucky y otras celebridades aparece El Chapo. Todavía hay de todas las tallas, dice el vendedor.
“Ya no hay”, dice Rafael Ramos que se presenta como la segunda generación de una familia de comerciantes de disfraces. La máscara de El Chapo está en su puesto y no deja ni fotografiarla. “Todos la quieren porque está de moda. Es un prófugo de la justicia y es lo de moda”, repite. No quiere venderla porque es la única que le queda y viene con uniforme completo a rayas. Resulta que tiene dos uniformes. Todo. El combo o nada. Serían unos 80 dólares.
En unos veinte minutos que se multiplican por tres o más, la máscara debe llegar desde Xochimilco, aseguran Rafael y su hijo. En Xochimilco las hacen. A Rafael le han prometido que llegan de todas maneras. La máscara está a 300 pesos, unos 18 dólares al cambio del día, y el uniforme 200. Hace semana y media, antes de que la noticia llegara a los medios, la encontrabas a 100 y 190 pesos. La de Messi cuesta hoy 100 pesos. Messi vale menos que El Chapo. Al menos, en el mercado Sonora.
PARA FUJIMORI O HUMALA
Cuando le digo que soy peruana, Rafael me recomienda llevar los trajes a Lima: “Para que se disfracen de Fujimori o de Humala. Puede servir a los dos”.
Es un hombre de unos 60 años que jamás se ha disfrazado en la vida. Su hijo, que esta al lado, acomoda los trajes con extremo cuidado. Mira con desconfianza. Ninguno de los dos quiere aparecer en la foto. Tras negociar la compra de la máscara y dos uniformes, más barato que en Mercado Libre, le pregunto a Ramos si es la primera máscara de un delincuente mexicano que se convierte en un éxito de ventas en el DF.
-Para nada. Peña Nieto ha sido un éxito. También Elba Esther Gordillo y Salinas… Volaron en su momento Osama Bin Laden y Saddam Hussein.
No, de ‘La Gaviota’ no hay, pero es buena idea.
Ramos acomoda el traje en una bolsa. Espera con ansias otro lote de máscaras del capo de Sinaloa.
“Yo no me disfrazaría jamás de él. Pero a la gente le gusta”, dice, y sigue acomodando el disfraz con sus manos gruesas, pero de movimientos delicados. Una Catrina sin ojos está entre los dos.
¿Caerá El Chapo? Preguntan aquí y allá. Ramos cree que lo van a agarrar pronto: “Hay gente que lo protege y que lo odia, y que lo traicionará”. Su hijo lo mira como para que se calle.
Ramos tiene una opinión sobre El Chapo que le cuesta decir en voz muy alta: “Yo no me disfrazo y si lo hiciera jamás lo haría de Chapo. Él tiene cosas buenas y cosas malas, pero creo que más malas. Es un traficante, pero hay políticos más malos que él. ¿No? En fin. Es criterio de cada uno”.
El hombre que vendió 50 máscaras en menos de tres días se queda esperando la próxima llegada de un lote que no quiere precisar.
La expectativa de Rafael es similar a la de otros comerciantes ante la gran cantidad de público, mexicanos y turistas, que buscan a El Chapo. Bueno, el disfraz de El Chapo para ser exactos.
Por Esther Vargas
En Twitter @EstherVargasC
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