El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó hoy poner fin al espionaje a mandatarios de países aliados y anunció reformas a la vigilancia telefónica de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), entre ellas que el Gobierno deje de controlar esos datos y que sea una corte especial la que autorice acceder a ellos.
“Las reformas que propongo hoy deben dar al pueblo estadounidense una mayor confianza en que sus derechos están siendo protegidos, mientras nuestras agencias de inteligencia y policiales conservan las herramientas que necesitan para mantenernos seguros”, afirmó Obama en un esperado discurso en el Departamento de Justicia.
Obama defendió el funcionamiento del aparato de inteligencia estadounidense tanto en el país como en el extranjero, aunque admitió que es necesario tener en cuenta las preocupaciones sobre la privacidad suscitadas tras las revelaciones del exanalista de la NSA Edward Snowden en junio pasado, y tomar medidas al respecto.
“He dejado claro a nuestra comunidad de inteligencia que, a menos que haya un motivo de seguridad nacional convincente, no vigilaremos las comunicaciones de jefes de Estado y Gobierno de nuestros amigos cercanos y aliados”, prometió el presidente.
Esos amigos y aliados “merecen saber que, si quiero saber lo que piensan sobre un determinado asunto, cogeré el teléfono y les llamaré”, agregó Obama con el propósito de tranquilizar a los más críticos con el espionaje estadounidense, entre ellos la canciller alemana, Angela Merkel, y la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
SEGUIRÁN RECOPILANDO INFORMACIÓN
Obama declaró, no obstante, que los servicios de espionaje de Estados Unidos seguirán recopilando información sobre los Gobiernos extranjeros para conocer sus intenciones.
“No nos vamos a disculpar simplemente porque nuestros servicios de inteligencia son más efectivos.* Lo importante es que la gente en todo el mundo, independientemente de su nacionalidad, tenga claro que Estados Unidos no espía a personas normales que no son una amenaza para nuestra seguridad nacional”.
En cuanto a la recopilación por parte de la NSA de registros telefónicos de millones de estadounidenses, Obama ordenó “una transición que terminará” con el programa “tal como es actualmente”, así como establecer un mecanismo que preserve sus capacidades sin que el Gobierno siga teniendo el control de esos datos.
A su juicio, ese programa debe continuar porque es útil para la lucha antiterrorista pero tiene que ser reformado, por lo que el secretario de Justicia, Eric Holder, y las agencias de inteligencia se encargarán de proponer los cambios necesarios hasta finales de marzo en consultas con el Congreso.
LA TRANSICIÓN
La NSA no espía “el contenido de las llamadas telefónicas o los nombres de las personas que hacen las llamadas”, enfatizó el presidente al defender la necesidad de esa herramienta, adoptada tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Sin embargo, Obama explicó que durante la “transición” que se prolongará hasta el 28 de marzo, fecha en la que el programa debe ser autorizado de nuevo por el Congreso, sus datos “solamente se podrán consultar después de una decisión judicial” de la corte especial y reservada conocida como FISA o “en una emergencia real”.
El presidente también aprovechó su discurso para criticar a Snowden, asilado actualmente en Rusia, y afirmó, sin entrar a juzgar sus “motivaciones”, que sus revelaciones sobre la NSA han generado “más daño que transparencia”, porque han permitido a los “adversarios” de Estados Unidos conocer sus métodos de espionaje.
“La defensa de nuestra nación depende en parte de la fidelidad de aquellos a los que hemos confiado los secretos del país”, advirtió Obama en referencia a Snowden.
MINIMIZA DISCURSO
Por su parte, el fundador de Wikileaks, Julian Assange, minimizó las declaraciones de Obama y dijo que a su parecer, el mandatario estadounidense “no ha dicho nada”.
“Mi mayor preocupación es lo que no se dijo, no hubo una restricción de las leyes secretas”, explicó Assange, quien también relativizó la promesa del mandatario estadounidense de que sus agencias de espionaje no van a seguir escuchando las comunicaciones de líderes amigos.
“Puedes decir: ‘no vamos a espiar a Merkel o a Cameron, sí, claro, pero van a seguir espiando a todos los demás con quienes hablen”, afirmó.
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