Carlos Viguria
@cviguria
El 10 de diciembre de 2009, el ex presidente de EE.UU., Barack Obama, recibió el premio Nobel de la paz por “dar al mundo esperanzas en un futuro mejor y por su lucha para el desarme nuclear” y “sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre pueblos”.
El otorgamiento del reconocimiento fue cuestionado por ese entonces debido a que el mandatario tenía menos de nueve meses en el poder y no había logrado, por entonces, algún éxito importante en política exterior.
De acuerdo a un artículo de la BBC, ni siquiera su antecesor, George W. Bush, mantuvo al país en conflicto por tan largo periodo. Bush tuvo al menos los primeros meses de gobierno en paz, antes de los ataques del 11 de setiembre de 2001. Tampoco Franklin Delano Roosevelt pasó tanto tiempo en conflicto pese a que la Segunda Guerra Mundial ocurrió durante su gestión.
Hoy, ocho años después de ejercer el cargo, Barack Obama deja un gobierno con más de ocho mil soldados en misiones en Afganistán y con una gestión que se caracterizó por nunca dejar de estar en guerra. Un detalle que llama la atención considerando un reconocimiento como el Premio Nobel de la Paz. Conversamos con el internacionalista y profesor de la Universidad del Pacífico, Juan Carlos Ladines, para tratar este tema.
¿Qué opinión tiene sobre el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama?
-El premio Nobel de la Paz generalmente es otorgado a personalidades o instituciones que destacan por sus esfuerzos en reducir escenarios de conflictos o hacen un acercamiento, a través de su liderazgo, a procesos de resolución pacífica. Estos líderes mundiales buscan aproximarse, a través de una plataforma política, un visión de un mundo de paz.
Barack Obama fue el cuarto presidente norteamericano en ser distinguido con dicho premio, según reza el tenor: “por su extraordinario esfuerzo en fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre personas. Se resalta la visión del presidente Obama de un mundo sin armas nucleares”.
El liderazgo de Obama ciertamente ha tenido un impacto significativo en el mundo internacional. Sin duda su gran aporte, y tal por ello obtuvo el reconocimiento (muy similar al otorgado al ex presidente estadounidense Woodrow Wilson), es de poder acercar a las naciones, indistintamente de los modelos políticos en objetivos globales comunes. El ejercicio propio de un multilaterismo con diversas naciones y agendas dispares (carrera nuclear, medio ambiente, derechos civiles), hace de Obama un líder mundial que ningún país ha cuestionado. Ese ha sido el elemento clave que el Comité Noruego para el Premio Nobel rescata.
Sin embargo, una primera crítica fue la pronta entrega del Premio Nobel de la Paz, apenas asumido el mando en el 2009. Con pocos meses al mando de los EE.UU., los temas domésticos apremiaban y las decisiones de seguir interviniendo Iraq y Afganistán, se extendieron generando contradicciones en lo que significaba ser un Premio Nobel de la Paz.
Obama nunca tuvo un día de paz durante sus dos periodos de gobierno. En ese sentido, ¿Cómo debería interpretarse esta situación? ¿Obama merecía tal reconocimiento?
-Si analizamos la línea de tiempo de la política exterior de Obama, vemos que ha tenido ocho años complicados, con cuestionamientos en distintos niveles de la sociedad y en especial con líderes del mundo.La principal crítica al gobierno de Obama en política exterior, se puede resumir en: buenos planteamientos (una agenda de aproximación a la cooperación), poca acción (limitado por un congreso republicano, e intereses de otras potencias), y pobres resultados (pocos éxitos a nivel internacional). Así se pueden mencionar varios casos: el no cierre de Guantánamo, una promesa de campaña; la Guerra en Iraq se extendió hasta el 2013, casi todo su primer mandato; las intervenciones en Afganistán; la Primavera Árabe estalló en su primer periodo, sin embargo, hizo una breve intervención en Libia y luego la dejó a su suerte. Incluso no ha podido detener la guerra en Siria, y el Estado Islámico se torna en una amenaza más frecuente. Así, a pesar de tratar de reiniciar una aproximación al mundo árabe no ha tenido los resultados esperados.
Dentro de los pocos logros de su política exterior tres han saltado a la vista: un acuerdo a favor de no iniciar una carrera armamentista nuclear con Irán, la aproximación con Cuba (recordemos que el bloque económico se mantiene), y la promoción de una agenda en favor de los derechos civiles.
Entonces, volvamos a insistir, ¿es válido que Obama haya sido un visionario de la Paz, como lo sugería Alfred Nobel?
-No es una respuesta fácil, y surgen contradicciones, las cuales ya hemos repasado. Aún así es posible distinguir que Obama ha tratado de desarrollar una paz utilizando menos “hard power” (militar), de lo que han hecho sus predecesores. Esta forma de hacer política internacional ha ido en detrimento de cómo ejerce su poder. Por ello, los espacios de acción real (militar) han sido copados por Rusia (y el poder económico por China). Entonces esa idea de “líder efectivo” es algo que ha perdido en el tiempo.
Algunos medios aseguran que durante su periodo hubo violaciones al derecho internacional humanitario a raíz de los bombardeos a hospitales de Médicos Sin Fronteras por la fuerza aérea estadounidenses.
-Los efectos colaterales en un mundo conflictivo siempre van a aparecer, y si estos son más mediáticos generan críticas y cuestionamientos al liderazgo ejercido. El uso del término “daño colateral” se popularizó desde la Guerra de Vietnam. Y lamentablemente se ha transformado en una práctica de guerra muy utilizada indistintamente del tipo de presidente que está a cargo de las fuerzas armadas. Es curioso saber que en el segundo periodo de Obama ha sido donde se ha practicado esta forma de hacer guerra. Solo en el 2016, su administración y su comando conjunto aplicaron dicha táctica, con un resultado de 26,171 bombas (2016), un gran porcentaje concentradas en el medio oriente.
La administración Obama ha tenido que ponderar entre mandar más tropas (y sacrificar más vidas) o utilizar la tecnología (drones) para desarrollar estrategias de ataque o contención. Sin embargo, no es claro si ha habido una caída en el número de colaterales. La guerra se ha deshumanizado y tecnificado, pero los colaterales no. La administración Obama tendrá varios retos en demostrar sus aciertos y fallos. Sin embargo, no creo que la carga pesada de la violación del derecho humanitario sea algo que distinga a esta administración si la comparamos con los presidentes de los últimos 25 años.
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