Un nuevo atentado suicida contra autobuses de las fuerzas de seguridad dejó en Kabul, capital de Afganistán, al menos 38 muertos y 40 heridos. Esto ocurre 10 días después de que el pasado 20 de junio sucediera un ataque similar, donde fallecieron 25 personas.
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La mayoría de los fallecidos son cadetes de la Policía de Afganistán que viajaban en un convoy que fue embestido por dos talibanes suicidas.
El primer atacante detonó los explosivos que llevaba en su vehículo contra dos de los autobuses que trasladaba cadetes procedentes de un centro de entrenamiento policial en la provincia de Maidan Wardak.
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Apenas 5 minutos después, otro suicida se inmoló en la misma zona. Además de los ocupantes de los autobuses, murieron 6 civiles que estaban en ese momento en el lugar de las explosiones.
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El presidente de Afganistán, Ashraf Gani, condenó el atentado como un “crimen contra la humanidad”, ordenó al Ministerio de Interior que investigue si hubo “negligencia” de las autoridades en el traslado de los cadetes y advirtió que su gobierno actuará con firmeza contra los responsables.
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