Fritz Du Bois,La opinión del director
La legislación y los reglamentos son reflejo del momento en el que son redactados por lo que es necesario actualizarlos. No podemos estancarnos cuando los tiempos están cambiando.
Esto último es claro en el caso de los sicarios juveniles ya que la ley se ha desfasado. Hoy en día, jóvenes de 15 o 18 años son bastante más desarrollados que lo que eran hace 50 años. La informática, la televisión y una mejor nutrición han llevado a que se desarrollen más temprano. Ciertamente, el reducir la mayoría de edad a 16 años, como es en muchos otros países, ameritaría un debate y a nosotros nos parecería adecuado.
Por ello, parece absurdo que la ley para proteger a menores haya creado la distorsión de tener criminales avezados, quienes no solo no pueden ser encarcelados en prisiones seguras sino que, ademas, ni siquiera pueden ser correctamente juzgados.
En realidad, el que solo puedan considerarse como ‘faltas’ delitos tan graves como homicidios por el solo hecho de ser el asesino un menor de edad, ha creado una área gris que la delincuencia está explotando. Más aun, cuando sumamos los asesinatos de los ‘niños’ que fugaron de ‘Maranguita’ uno queda horrorizado. No es coincidencia, por tanto, que tengamos tantos sicarios debajo de 18 años; evidentemente, esas bandas han sido armadas a propósito, aprovechando el tratamiento benigno que recibirán si son atrapados.
Por otro lado, es totalmente ridículo que la ley proteja su anonimato e impida a los medios identificarlos. Mas bien, con ese prontuario es la sociedad la que debería buscar protección de esos criminales panfleteando sus rostros para que puedan ser capturados.
Al final, por donde uno lo vea es más que evidente que el Código del Niño y del Adolescente requiere ser modernizado y esos sicarios deben ser encarcelados por muchos años. Nuestros parlamentarios, en lugar de estar pensando en aumentarse los salarios, ya podrían estar revisándolo.
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