Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
Resulta entonces que Al Assad convoca a los inspectores de la ONU para sorprenderlos detonando un artefacto cargado de aquellas armas cuya existencia ellos venían a verificar. O Al Assad es imbécil o los gringos toman por imbécil al resto de la humanidad.
Por razones lógicas e históricas, me inclino por esta segunda afirmación y espero que los lectores de esta columna, despejando las cortinas de humo que suelen envolver la información, superando emociones y aplicando una estricta racionalidad, hagan lo propio. Habría que recordarle al arlequín de las corporaciones, que dice admirar a Luther King y a Mandela, y que recibió un Premio Nobel de la Paz del que debiera ser despojado, que su país dotó de armas químicas a Saddam Hussein con las que este atacó a las minorías turcas sin que EE.UU. dijera una palabra, y que no hace mucho sus socios israelíes utilizaron fósforo en el despiadado ataque a la franja de Gaza, por no mencionar con detalles las armas químicas utilizadas en la Guerra de Vietnam y algunas de cuyas fotos estremecieron al mundo.
¿Por qué este empeño de EE.UU. en violar el orden internacional pasando por sobre la ONU y siendo que Siria no dispone de cantidades codiciables de petróleo, y que considerarla una amenaza para la superpotencia es irrisorio? La razón va más allá: el objetivo es Irán. Esta cruzada por castigar en otros, sin pruebas, lo que ellos siempre han hechos, con sobradas pruebas, no es más que un adelanto en la estrategia para atacar a la antigua Persia.
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