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Opinión

Mitt Romney, ahora excandidato a la presidencia de los Estados Unidos, cuya inteligencia compite con la de George W. Bush, dijo ante la Convención Nacional Republicana, días después de que el huracán ‘Isaac’ estuviera cerca de azotar Tampa: “El presidente Obama prometió que frenaría el aumento del nivel de los océanos y que curaría al planeta.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Yo les prometo que los ayudaré a ustedes y a sus familias”. Un candidato que, dadas las potencialidades de su país, tiene responsabilidades universales. El calentamiento global es una de esas responsabilidades, por lo que esta afirmación, que despertó algarabía entre los participantes, revela tanto la estrechez mental del candidato como la de quienes lo escuchan y lo festejan. Esta gente juega a dominar el planeta a partir de una percepción casi infantil de la realidad y un menosprecio preocupante por un futuro que, sin exageraciones, pinta cada vez más oscuro en lo ambiental, lo social, lo económico y lo financiero.

Al momento de escribir estas líneas, Romney no ha expresado ninguna de sus genialidades sobre el huracán ‘Sandy’, que ha matado a más de 100 personas y ha dejado sin electricidad a 8 millones. Pero el candidato, que antes pensaba distinto, es de los que ahora –al igual que la mayoría de los medios de comunicación– omite sistemáticamente el vínculo entre los eventos climáticos extremos y el calentamiento global.

La catástrofe última ha contribuido, felizmente, a que sean cada vez más los que abandonen los argumentos mágicos sobre la “voluntad de Dios” y comiencen a pensar seriamente en la inmensas responsabilidades humanas sobre lo que ocurre.


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