Oliver Stark,Opina.21
Columnista invitado
Ollanta Humala hizo un recuento (aburridísimo) de lo que se había hecho y se enorgulleció de haber continuado un camino trazado, felizmente, en los 90. No hizo más que repetir el modelo de Toledo y de García, que también aplicaron el concepto del piloto automático en gestiones que se dedicaron a no destruir las estructuras pro crecimiento heredadas. Es en ese esfuerzo que Nadine Heredia, su esposa, ha sido un apoyo importantísimo. Me atrevo a decir que sin ella no hubiera sido posible mantener un modelo a todas luces exitoso que, a pesar de revolverle el hígado al comunismo encubierto que rodea a Humala, ha logrado reducir la pobreza, diversificar nuestra economía y ponernos ad portas de un desarrollo sostenido.
Preocupa, sin embargo, que después de dos gobiernos y medio no veamos las mejoras que quedan por hacer en temas tan importantes como:
- La duplicación de la fuerza policial en un plazo prudencial para asegurar un mínimo de seguridad en un país que tiene más de 25 homicidios por 100,000 habitantes.
- Un shock de infraestructura que integre MTC con Vivienda, Construcción y Saneamiento (¿más electricidad?), creando un gran Ministerio de la Infraestructura, y que invierta los US$80,000 millones que se requieren en carreteras, ferrocarriles, puertos, hidroeléctricas y vivienda popular más servicios (gas, agua, desagüe).
- Una PCM fuerte que asuma el día a día del trabajo y comience por la reforma del Estado contratando a un McKinsey o a una empresa similar que la lleve hasta el objetivo final de tener una burocracia eficiente.
Esperamos resultados; y si es con Nadine, que regrese.
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