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Opinión

Las elecciones de dos gobernadores y de la alcaldía de Nueva York significan una derrota del movimiento ultraconservador conocido como Tea Party, que apoya todo aquello que conduce a la destrucción de la vida y que posee una visión del universo parecida a la de un topo.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

La ciudad más grande de EE.UU. eligió, con el 74% de los votos, a Bill de Blasio, quien centró su campaña en el mensaje de que Nueva York se había convertido en dos ciudades: una de los ricos y otra para los demás –representado por las políticas pro Wall Street del alcalde Michael Bloomberg, el hombre más rico de la ciudad, quien ha presidido tres mandatos, y por su antecesor Rudolph Giuliani–. Dijo De Blasio, después del triunfo, “hoy empezamos a caminar juntos como una sola ciudad”, y recalcó que trabajará por modificar la profunda desigualdad entre pobres y ricos que se ha acentuado dramáticamente. Veinticuatro años de gobierno republicano en N.Y. crearon una pesadilla inimaginable en la ciudad más ostentosa del país más abundante.

En Brooklyn, su distrito, y en el Bronx obtuvo más del 80%, mientras que en Manhattan y Queens, donde la diferencia fue menor, ganó por dos tercios de los votos. Entre los afrodescendientes registró un 96% de adhesión. Es el primer demócrata en ganar una elección de N.Y. desde 1989. Los datos asocian al alcalde saliente, Bloomberg, con la especulación financiera que llevó al país y al mundo a la crisis financiera de 2008. Si de ello están hartos en Estados Unidos, sería un buen ejercicio imaginar cómo serán las próximas reacciones de los europeos que la están pasando tan mal o peor que los neoyorquinos. ¿Será posible mantener esta suerte de parodia democrática en un clima adverso a los grupos de poder económico?


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