Concluyeron la primera legislatura en diciembre y nunca más se supo de ellos. Salvo los habituales “caseritos” de los medios de comunicación, el resto de congresistas se hizo literalmente humo en enero y febrero debido al receso parlamentario. El viernes pasado reanudaron sus labores (es un decir), y –cosa increíble– ya alistan maletas para iniciar el próximo lunes 18 su semana de “shopping”, perdón, de representación que, por lo menos en el papel, dizque los llevará a provincias “para recoger las demandas de la población”.
Pero eso no es todo. Apenas días después se conmemorará Semana Santa, por lo que se tomarán cuatro días adicionales de descanso. Eso siempre y cuando no decidan empalmar sus viajes de representación con esta festividad religiosa.
A sabiendas de ello, el presidente del Congreso, Víctor Isla, se dio el lujo de suspender ayer la sesión de la Comisión Permanente, en la que debía tramitarse una serie de informes de denuncias constitucionales, entre ellas la que declara procedente la acusación al parlamentario Alejandro Yovera por la supuesta comisión de los delitos de abuso de autoridad, cobro indebido, patrocinio ilegal, negociación incompatible o aprovechamiento indebido del cargo y falsedad genérica.
¿El motivo? Pues nada menos que su viaje a Venezuela para participar en las exequias del presidente de ese país, Hugo Chávez.
Mientras tanto, sigue pendiente el debate del pedido de suspensión por 30 días al nacionalista Rubén Condori y de 41 dictámenes, entre ellos el de la ley del negacionismo que tanto reclama el Ejecutivo. Eso sin contar la elección del defensor, de los miembros del TC y del BCR que, según Isla, es “una deuda pendiente del Congreso con la ciudadanía”. Una deuda que, tal como van las cosas, Isla no pagará.
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