Obama con matices

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Alguna vez escribí, en 2008, la dificultad que tendría Barack Obama para complacer a tanta gente que había puesto grandes expectativas en él, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo por su proveniencia de una minoría racial; por tener un padre musulmán, por ser un hombre reflexivo, por tener una formación liberal y tolerante, y por su promesa de conducir una política multilateral en asuntos internacionales a diferencia de su predecesor Bush. Su largo dilema en atacar o no a Siria sin apoyo de la ONU y aliados tradicionales de EE.UU. es prueba de esto.

Son simplistas e ideologizados quienes acusan a Obama de belicoso cuando ha sido muy cauto en la mayoría de los conflictos durante su mandato: retiró tropas de Irak y para el 2014 lo planea hacer de Afganistán; ha planteado una autocrítica a décadas de política exterior de su país y apoyó la construcción de una mezquita en la ‘zona cero’ de Nueva York, causando la ira de sus oponentes.

La administración Obama votó junto al resto de los países de la OEA contra el golpe al golpista Manuel Zelaya en Honduras en el 2009; nunca se ha involucrado en los asuntos internos de regímenes que los acusan, obsesivamente, para justificar sus fracasos; ha sido muy crítica a la política de asentamientos del gobierno de Netanyahu, y en las crisis de Libia actuó con potencias regionales y organismos multilaterales, más allá de las razones por las cuales, como otras, participa o es indiferente a ciertos conflictos. ¿Hace falta explicar hoy en día que todos los países actúan de acuerdo a intereses y no a principios?

¿Qué le dieron el Nobel de la Paz y por eso Obama no puede usar drones contra guerreros santos de Al Qaeda en Yemen? Cúlpese al comité de Oslo, pues Obama fue electo para liderar y defender a los intereses de su país.

Es interesante que la derecha radical estadounidense y la izquierda radical del mundo coincidan en considerar a Obama político que “destiñe” su visión de mundo.