22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Realmente maravillosos por su inmensa capacidad creativa –no solo para inventar cosas útiles a la humanidad y, simultáneamente, todas las armas capaces de destruir a esa misma humanidad– y, también, por su aptitud ilimitada para no denominar a las cosas por su nombre.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Antes ya habían reemplazado el horroroso “civiles inocentes asesinados” por el anodino “daños colaterales”, pero ahora han agregado otra expresión que psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras podrán incorporar a su vocabulario: a la mentira lisa y llana ahora le llaman “error de inteligencia”. Buenamente podría interpretarse que la mentira es un error de la inteligencia, y hasta sería un tema para pensar, pero no es el caso pues cuando dicen “inteligencia” no se refieren al cerebro y sus ramificaciones, sino a ese vasto complejo que se dedica a hurgar en la vida de todos sus potenciales enemigos, es decir, todo el mundo, incluidos sus amigos de hoy. Este “error de inteligencia” –que ocurrió en Irak cuando acusaban a Saddam de poseer armas de destrucción masiva– resta posibilidades al secretario de Estado, Kerry, y al de Defensa, Hagel, para convencer al Parlamento de EE.UU. sobre la necesidad de emprender un ataque a Siria. Y no porque este Parlamento corporativo deteste las guerras, sino porque pronto habrá elecciones y los legisladores temen poner en riesgo su reelección. Un senador pregunta: “¿La acción militar mejorará la situación del pueblo sirio y cómo aseguramos que esto no escale hacia algo mucho más pernicioso y sangriento?”. Para Obama, el rechazo del Congreso debilitaría su autoridad interna e internacional. Desde el Acta de los Poderes de Guerra de 1973, ningún presidente fue rechazado cuando buscó autorización para usar el Ejército de Estados Unidos en el exterior.


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