Los abuelos son referentes, modelos a seguir. Figuras que complementan la educación de los hijos. De hecho, en otros tiempos eran considerados los custodios del conocimiento: bibliotecas andantes con información sobre el funcionamiento de las cosas, con valores morales, con experiencias.
Hoy, sin embargo, la figura del abuelo pasa un momento crítico. Se le ve inútil, desfasada, obsoleta. Incluso hay niños que creen, equivocadamente, que el lugar del abuelo es el asilo. Otros menosprecian la autoridad de los abuelos, llegando hasta a la agresión.
¿Los abuelos son importantes en el mundo de hoy? Por supuesto. Son fuentes de cariño y experiencia que sirven de gran ayuda para el desarrollo emocional de los hijos. Los actos de ternura de los abuelos, compartir momentos y escuchar sus historias son actividades que enriquecen la psiquis de cualquier ser humano. Son un complemento importante para la crianza, además de las enseñanzas de los padres y la escuela. Es una experiencia única, rica e irreemplazable.
Eso lo deben tener claro los padres, ya que son ellos, principalmente, quienes toman las decisiones en cuanto a crianza. La idea no es desplazar a los abuelos, sino buscarles un lugar en la vida familiar. Planear almuerzos, paseos, visitas. Es decir, rituales que estimulen una interacción agradable.
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