22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Hoy, mientras usted lee esta líneas, se estará llevando a cabo una de las operaciones de ingeniería más complejas de la historia. Ocurre, como lo hemos adelantado en una nota anterior, lejos de aquí para las medidas humanas, pero cercanamente peligrosa si tomamos en cuenta que se trata de fuerzas que no controlamos y ni siquiera conocemos lo suficientemente bien para poder dar seguridades sobre lo que realmente pasará.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Se trata de la recuperación del reactor nuclear de Fukushima en Japón, dañado por un reciente terremoto y en vías de transformarse en una pesadilla para el conjunto de la humanidad. Las noticias que se difunden, cuando se difunden, tratan de aplacar los ánimos para que no perdamos la poca fe que nos queda en la responsabilidad de quienes gobiernan el planeta. El gobierno de Japón y la empresa responsable del reactor procuran presentar la mejor cara de esta situación y todos quienes aspiramos a que la vida triunfe rogamos que no ocurra el potencial desastre que algunos expertos auguran. Sin embargo nada es seguro ni creíble. Ni siquiera lo serán los informes que se difundan en los próximos días. Son tantos y tan grandes los intereses que se ocultan detrás de este y otros temas vinculados a lo que llamamos desarrollo, que sólo las generaciones futuras, si tienen la dicha de conocer los días y las noches como los hemos conocido nosotros, sabrán qué ocurrió en estas horas de quienes somos contemporáneos del actual drama causado por la ambición y la estupidez humanas. La energía nuclear, panacea vendida a la humanidad como energía casi limpia, puede hoy volver a mostrar, como en Chernobyl y en otros casos poco difundidos, su cara más terrible en tiempos de paz.


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