22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Los programas periodísticos domingueros en la TV local han alcanzado un nivel de calidad melodramática y narrativa extraordinario. Viendo la historia del joven que asesinó a su madre con una técnica de artes marciales para después quemarla en un descampado, mientras el lado bueno de su corazón estallaba de amor por su novia, me sumergió, por ratos, en ese clima de suspenso que suelen crear las buenas producciones cinematográficas.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

No me extrañaría que los autores de los crímenes dramatizados por la TV terminen exigiendo derechos de autor. Aunque la estrella fue el parricida, hubo historias igualmente trágicas y meritorias, como el horrible tránsito limeño, con la participación especial de un excanciller, o la madre a quien no le permiten ver a sus hijos y que nos dejó la sensación de que en Perú –en caso de disputa– se queda con sus vástagos el que tiene más fuerza. También hubo un reportaje, que no sabría adjetivar, a López Meneses, comentado por el ministro de Justicia, etc.

Me preguntaba, luego de esta maratón, si todos los televidentes que vieron lo que yo vi se van a la cama asumiendo que viven en un universo dislocado, incomprensible y, sobre todo, imposible de cambiar. Un universo en el que los seres humanos se han apropiado de la continuidad de la vida en el planeta y se comportan como si fuese posible organizar una sociedad sin reglas ni valores. Una sociedad donde triunfa inevitablemente el que tiene el carro más grande, la cuenta bancaria más sólida o el brazo más fuerte. ¿Hubo algo en la noche del domingo que trascendiera esa anécdota de inocente apariencia? Los grandes temas, como el cambio climático, la crisis financiera y el creciente poder del narcotráfico quedaron, como suele ocurrir, para la próxima semana.


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