Lucía de Althaus,Opina.21
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Cuando se habla de un divorcio, ponemos la atención en los hijos y en la fragilidad de la madre. ¿Y por qué no se habla del sufrimiento del padre? Puede ser porque ellos mismos no se muestran vulnerables o porque mientras vivían en casa parecían no estar comprometidos con la cotidianidad de sus hijos. Sea cual sea la razón, no reparamos en que ellos también sufren. Quienes se van de la casa, se mudan a un lugar extraño, se alejan de sus hijos y dejan de tomar desayuno diariamente con ellos son –casi siempre– los papás. Y uno de los cambios más importantes en una separación para los chicos es, justamente, que ya no se acuestan ni se despiertan con ese miembro importante de la familia.
Quizás es tiempo de que los hombres se desenmascaren y hablen sobre su vulnerabilidad frente a una separación. Y que las mujeres estemos preparadas para aceptarlo y tomarlo en cuenta, a pesar de que no lo demuestren (los hombres no lloran, pues). Si el padre comparte con sus hijos sus emociones, los hijos se sentirán aliviados de saber que su padre siente la separación tanto como ellos.
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