22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El texto que leerá a continuación me conmovió y me hizo ver como ridículas mis preocupaciones personales por tener que mudarme de casa. Observar sin egoísmo lo que ocurre en torno nuestro es una lección permanente para relativizar nuestros pequeños contratiempos y una invitación, casi una señal, para asumir una postura más solidaria frente a nuestros semejantes.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

La carta fue enviada por 170 indios pertenecientes a la etnia guaraní-kaiowá, al gobierno de Brasil y dice así. “Pedimos al Gobierno y a la justicia federal que no decreten la orden de desalojo, sino que decreten nuestra muerte colectiva y el enterramiento de todos nosotros aquí. Nosotros hemos evaluado nuestra situación actual y hemos concluido que vamos a morir todos, incluso dentro de poco tiempo”.

El fraile dominico brasileño Frei Betto es quien nos ha permitido conocer este dramático texto. Agrega dicho fraile que lo que nosotros llamamos suicidio “es un recurso frecuente adoptado por los guaraní-kaiowá para resistir frente a las amenazas que sufren. PREFIEREN MORIR A DEGRADARSE”. Subraya Frei Betto que en “los últimos 20 años casi mil indígenas, la mayoría jóvenes, pusieron fin a sus vidas en protesta por las presiones de empresas y terratenientes que codician sus tierras”.

Esta dignidad frente la codicia desbocada a la que nos empuja los valores de nuestra sociedad, me hizo evocar el reciente suicidio de una dama vasca en vísperas de su desalojo y los miles de estadounidenses que hoy se han quedado sin techo por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Distintas caras de una sociedad ganada por la obsesión del dinero.


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