Lucía de Althaus,Opina.21
www.parentalidad.pe
Hay ciertas acciones que hacemos en automático, sin detenernos a pensar si es correcto o por qué lo hacemos. El otro día una amiga me hizo pensar cuando cuestionó la costumbre de “presionar” a nuestros hijos a saludar con besos a los adultos. ¿Por qué lo hacemos? Efectivamente, siempre he pensando que cuando los niños se resisten a saludar con besos al “tío” (que en verdad es un extraño) muestran su inteligencia, pues por qué diablos van a darle un beso –algo tan íntimo- a un desconocido? Sin embargo, por norma, convención social o por el qué dirán, los forzamos a hacerlo. Cuando hacemos esto, ¿el mensaje subliminal no sería “puedes darle besos a cualquier adulto”? ¿No es esto peligroso? ¿No es además contradictorio con el otro mensaje que siempre transmitimos: “no le hables a los extraños, nadie te puede tocar ni hacerte algo que tu no quieras”?. Quizás ellos tienen más razón que nosotros al no querer repartir sus besos así nomás. Quizás podemos enseñarles a que deben saludar con palabras y con gestos, pero no necesariamente con besos.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.