22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El Reino Unido no negocia, amenaza. Se zurra en las resoluciones internacionales y se sigue comportando como el imperio que fue alguna vez. La imagen de sí mismos es la que corresponde a un pasado felizmente superado.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Los países de la Unasur han dicho claramente que agredir a Ecuador, violando los derechos de los que goza su embajada en Londres, es agredir a todos. Y una cosa es que los viejos corsarios se metan con el pequeño, pero muy digno Ecuador, y otra es que se metan con el conjunto de la región. Ojalá sirva este ejemplo para que los colonizados mentales que habitan estas tierras comprendan el inmenso valor de la integración regional. El mango de la sartén, que siempre han tenido en sus manos los dueños del dinero y de las armas, ha comenzado a calentarse y ya no resulta tan fácil hacer con él lo que les da la gana. Los TLC, de los que muchos se enorgullecen, son algunos de los instrumentos utilizados para disponer de nuestros destinos. Lo cierto es que las grandes potencias diseñaron un mundo al servicio de sus intereses, y todo indica que ese diseño, corroído por la ambición, el desdén por otras culturas y el afán de lucro, se ha mostrado menos eficaz de lo que sus artífices imaginaron. Hoy, Julian Assange, quien algún día –sin duda– entrará a la historia como quien desnudó la infame intimidad de los grandes poderes, tiene la protección física directa del Ecuador y la protección moral del resto de Sudamérica. ¿Era imaginable algo así un par de décadas atrás? Evidentemente no. Avanzar, en este sentido, es avanzar en el sentido de la historia y en el sentido real de los valores que nuestra civilización ha proclamado.


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