25.NOV Lunes, 2024
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Opinión

Allá por 1935, antes de la Segunda Guerra Mundial, de la construcción y caída del Muro de Berlín y del ascenso meteórico del neoliberalismo, el filósofo Emmanuel Mounier escribía lo siguiente: “No es la economía la que está al servicio del hombre, sino que es el hombre el que está al servicio de la economía.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

No se regula la producción para el consumo por una ética de las necesidades de la vida humana, sino el consumo –y, a través de él, la ética de las necesidades y de la vida– por una producción desenfrenada. La economía se convierte en un sistema cerrado, con su funcionamiento propio, y el hombre debe someter a ella su modo y sus principios de vida. En consecuencia, para el ser humano ya no hay cosas, sino solo mercancías; ya no hay necesidades, sino solamente un mercado; ya no hay valores a los que se tenga estima, sino solo precios”.

No ha transcurrido todavía un siglo y la descripción de Mounier no solo se ajusta a la realidad, sino que ahora vivimos con total plenitud la deshumanización anunciada. Con el agregado de las guerras para apoderarse de las materias primas y controlar las rutas de distribución, la multiplicación de paraísos fiscales, el calentamiento global y los miles de millones de euros que, generados por el narcotráfico, circulan en negro. He citado al filósofo para que sea más claro apreciar que el mundo marcha hacia donde unos pocos lo quieren conducir. Que advertencias no han faltado y que el afán de lucro y la obsesión por el poder son más fuertes, inclusive, que el temor a la muerte. Emmanuel Mounier, filósofo cristiano, que luchó contra lo que él llamó “el desorden establecido”, repetía las enseñanzas de su compatriota, también cristiano, Charles Peguy, quien afirmaba que “la revolución será moral o no será nada”.


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