Lucía de Althaus,Opina.21
www.parentalidad.pe
En un taller de Parentalidad dictado en el Penal de Santa Mónica, una rea “acusó” a otras de desquitarse violentamente con sus hijos cuando tenían un problema con la pareja, utilizándolos como saco de boxeo. De inmediato, como si todas se hubiesen sentido aludidas y quisieran distraer a la expositora, gritaron “¡eso no se hace!”, “¡eso está muy mal!” “¡eso es abuso!”.
Lo cierto es que la gran mayoría de padres lo hace o lo hicieron alguna vez. Sucede que es muy fácil abusar o descargarse frente a un niño: es más pequeño e indefenso, ¡qué mejor blanco! Pero a la vez, qué poco valiente es enfrentarse a tan desarmado contrincante, ¿no?
Nuestros hijos no son culpables de los problemas de los adultos. Si los convertimos en depositarios de nuestra frustración, los volvemos niños inseguros, violentos y llenos de rabia. Una rabia que no les pertenecía, pero que ahora está instalada dolorosamente en ellos.
En el penal se tocó un tema universal, el del abuso de poder. Y siendo padres, y a pesar del amor hacia nuestros hijos, sucede. No lo permitamos.
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