12.MAY Domingo, 2024
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‘Magia a la luz de la luna’: El humor en lo trágico (Opinión)

“La nueva película de Woody Allen es más de lo mismo… pero eso es un mérito antes que un defecto”, dice el crítico de cine Claudio Cordero.

FIRTH Y STONE. “La cinta es una lección de humildad para un hombre que descubre lo tonto que es”. (galleryhip.com)
FIRTH Y STONE. “La cinta es una lección de humildad para un hombre que descubre lo tonto que es”. (galleryhip.com)

Woody Allen no se toma descansos: es el director-guionista más prolífico en la historia del cine gringo. Su largometraje N° 45 puede verse como un respiro luego de Blue Jasmine.

Si aquel filme se metía de lleno en la crisis nerviosa de su personaje principal, Magia a la luz de la luna ostenta un aire relajado, un tono ligero y distendido, muy acorde con el hermoso escenario de la Riviera Francesa, en una época (los años 20) que Allen siempre ha evocado con afecto y nostalgia.

Hay una diferencia sustancial entre una película ligera y una sin ideas. Allen es incapaz de firmar lo segundo, ni siquiera en sus comedias estrafalarias. Es la ventaja de tener control sobre tus películas: terminan, para bien o para mal, pareciéndose a ti mismo.

Y Allen nunca ha dejado de obsesionarse con el lado oscuro de la condición humana. Su talento está en encontrarle humor a lo trágico, en convertir los absurdos de la existencia en asombro, en dotar de ligereza a lo que nos abruma.

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En esta película, Woody Allen recurre a sus viejos trucos de magia, los mismos de siempre para irritación de algunos y deleite de otros. No hay terreno nuevo que explorar para los estudiosos de su obra; es lo mismo, lo que no significa que sea un filme del montón, algo imposible dada su gran sofisticación.

Presenciamos el duelo entre un ilusionista racional (Colin Firth) y una joven clarividente (Emma Stone) a la que pretende desenmascarar. Nuestro héroe es un engreído narcisista, un escéptico que insulta a los incrédulos con su sarcasmo.

No se trata de un encanto de gente, pero Firth dota a su personaje de humor y compasión. Más allá de sus connotaciones filosóficas, la cinta es una sencilla historia de aprendizaje sentimental, una tardía pero necesaria lección de humildad para un hombre orgulloso que descubre lo tonto que es en el juego del amor.

SABÍAS QUE

- En La Cafetera (Manuel Bonilla 126, Miraflores) no se pierda, a las 8 p.m., Viaje a Tombuctú (domingo 11), El mudo (domingo 18) y Viejos amigos (domingo 25).

Por: Claudio Cordero – Crítico de cine.


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