Hoy ya no la ocupan los antiguos habitantes moche, pero la Huaca de la Luna, gracias al trabajo de los investigadores Ricardo Morales y Santiago Uceda, sigue viva.
Hoy ya no es un espacio religioso donde gobierna Aia Paec, el famoso Dios degollador y sus sacerdotes, sino se ha transformado en un lugar de peregrinación al que acuden miles de visitantes cada año.
Hoy ya no se producen guerras rituales ni sacrificios humanos para calmar los fenómenos naturales, pero se ha convertido en un espacio que produce conocimiento. La Huaca de la Luna sigue viva.
CIENCIA ARQUEOLÓGICA
Ricardo Morales, codirector del Proyecto Huaca de la Luna, nos explica que el trabajo que se realiza en el lugar sigue los más rigurosos estándares científicos. “Aquí investigamos. La excavación arqueológica es una parte del proceso, pero también están la arqueometría y la conservación”.
“El periodismo busca la primicia, el titular, pero en la arqueología hay que ir con calma. No solo basta con hallar y describir un objeto, es muy importante su interpretación, su análisis. Toma tiempo, pero hay que tomárselo para llegar a conclusiones responsables”, prosigue.
“Con las universidades de Trujillo, Católica y Rochester (Inglaterra) analizamos la sismo-resistencia de la Huaca. El lugar es muy visitado y tiene una serie de cargas: una es geología de la propia Huaca. ¿Es esta estable o tiene alguna fractura? Luego, queremos entender cómo funciona su estructura arquitectónica teniendo en cuenta que es de adobe, tiene siglos y ha sido fatigada por el tiempo y el clima. Finalmente, deseamos saber si las estructuras que le pusimos por nuestra investigación afectan o no al monumento”, nos dice Morales.
Y cuando le preguntamos qué más se sabe hoy de los Mochica por sus investigaciones, responde: “Trabajamos acá desde 1991. Hoy excavamos la parte urbana de la Huaca, que está anexa al monumento. No buscamos tumbas sino determinar el contexto urbano y arquitectónico de los Mochica. Nos interesa la arquitectura doméstica: deseamos conocer cuál es la relación entre la vida en el pueblo y la actividad del templo. La Huaca tiene cinco pisos superpuestos: para construir uno nuevo se tapiaba el anterior y sobre él se construía el edificio superior; bueno, lo mismo se hacía en el área urbana. Deseamos saber por qué. No tenemos aún una respuesta. Le repito, esto es ciencia no periodismo, acá la primicia no existe”.
Por: Gonzalo Pajares (gpajares@peru21.com)
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