Por: Felipe Casapia
Perú se estrenaba ante Bulgaria en el Mundial de México 70. Era el 2 de junio de aquel año y estaba fresca la conmoción por el terremoto de 7,8 grados que devastó a la nación.
El debut fue opaco en un principo. Dermendzhiev y Bonev adelantaron a los europeos en el primer tiempo, intensificando el desconcierto general. Así acabaría la etapa inicial del duelo mundialista.
Era necesario despertar, remecer los sentimientos de los jugadores, responsabilidad que asumió el dirigente que acompañó a la selección peruana en aquella recordada ocasión.
“Javier Aramburú Menchaca —confiesa Roberto Chale a El Comercio—, agarró tierra de una maceta que estaba fuera del camarín y dijo: “¡Muchachos, tierra del Perú, bésenla!” Y nosotros, como éramos unos chiquillos, la besamos y salimos a jugar como unas bestias”.
Y fue realmente una remontada ‘bestial’. Alberto Gallardo, Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas voltearon el marcador a favor de los peruanos, en un gran gesto para tanto dolor.
Nueva esperanza
Es imposible suplir con un resultado de fútbol las vidas perdidas, ni los estragos de una tragedia, pero nuevamente el poder para contagiar una alegría recae sobre la selección peruana de fútbol.
En esta ocasión, intensas lluvias, huaicos e inundaciones enlutan al país, y los próximos duelos por las Eliminatorias pueden desbordar las emociones que tanto necesitamos.
Así lo reconoce Ricardo Gareca: “Es nuestra gran responsabilidad regalarle una alegría al país”. El Perú se inunda, mas no su esperanza y el anhelo de llegar a Rusia 2018.
Más informnación
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.