Si te llamas Gladys, corre. Corta el viento, divide el aire, mueve las piernas. Si no te llamas Gladys, corre igual. Porque imitar lo bueno te lleva a ser bueno. Como nuestra medalla de oro en los Panamericanos, la chica de Junín que apellida Tejeda, que perdió a su padre, pero nunca el camino. La hija de Marcelina Pucuhuaranga, que – a sus 73 años – salta de felicidad.
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Porque fue ella quien pronosticó lo que vendría. “Hijita quizás algún día puedas estar en las Olimpiadas”, le dijo hace varios años a Gladys. Pocos años después, su hija se vestía con orgullo la indumentaria tradicional de su provincia (sombrero de paja, manta de lana de oveja, una blusa manga, una falda negra de mil rayas y zapatos negros) en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Fue nuestra abanderada que, un año después, ganó el oro en la media maratón de los Juegos Bolivarianos realizado en Trujillo.
Pero corriendo, sí como copiando a Gladys, viajemos en el tiempo. A ese momento donde su padre dejó de existir. “Ya no quería correr, no quería hacer nada, solo estar sola”, cuenta la fondista. Pero llegaron los consejos de mamá y lo pensó mejor. Entonces volvió a correr, por las vías del tren para ganar resistencia, persiguiendo animales para sumar agilidad y dándolo todo para cerrar el día con un plato de comida casera
Pero nuestra campeona también tiene tiempo para escuchar la música de Flor Pucarina y Picaflor de los Andes, para bailar (y bastante bien) el huaylas y para haber estudiado y terminado la carrera de profesora de educación primaria.
Te llamas Gladys, corres, crees, ganas. Esa eres tú.
Por Carlos Bernuy Flores (cbernuy@peru21.com)
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