Alemania dejó en claro que sabe construir estrategias. Cuando Philipp Lahm levantó la copa del mundo el domingo en Brasil, se culminó un proceso exitoso que duró 14 años. Y que pasó por reuniones, cambios y decisiones acertadas.
En 2000, Alemania fue vapuleada en la Eurocopa realizada en Holanda y Bélgica. Los germanos se fueron del torneo como coleros de su grupo con un punto. Lejos de llorar, la Federación Alemana (DFB), la Bundesliga y los clubes trazaron un plan: sumarle técnica al poderío físico y la fuerza mental, que ya poseían pero resultaba insuficiente.
El trabajo se inició con entrenadores especializados, no exjugadores puestos al azar en divisiones menores. Mil técnicos hubo en 2003 y hoy se cuenta con 30 mil entrenadores licenciados por la UEFA que laboran con chicos entre los ocho y 14 años, y escogen a los mejores. Alemania apostó por sus canteras y de allí surgieron Kroos, Müller, Neuer, Götze, Draxler, etc.
Además, se evitó la llegada a la Bundesliga de jeques que prioricen el negocio y se apostó por contratar para la selección, en 2004, a Jürgen Klinsmann, que trajo a Joachim Löw como asistente, una persona que, según el ahora DT de EE.UU., “le enseñó de sistemas y tácticas en diez minutos y de manera brillante”.
Ahora 14 años después, Alemania ganó el Mundial y es el mejor del planeta. “Cualquier jugador que triunfaba, pasaba a entrenar a la sub-17 sin formación ni conocimiento y nos dimos cuenta que eso no era correcto. Ser un buen jugador no te convierte en un buen DT”, dijo Robin Dutt, director deportivo de la DFB.
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