Martín Sánchez
@Marsantin1
Miguel Campos Arredondo (75) recuerda con nostalgia cuando se inscribió como candidato presidencial ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para los comicios de 1995. En ese entonces representaba a la Alianza Paz y Desarrollo y dice que llegó en hombros y respaldado por casi 300 mil adherentes.
“En esas elecciones pude ser elegido presidente. Tenía el apoyo de casi 200 mil socios del Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE), que lideraba Carlos Manrique Carreño. Imagínate. Si en la casa de cada uno de ellos, cinco personas también votaban por mí, tenía asegurados un millón de votos. Asimismo, al menos 780 mil afiliados a la Confederación de Trabajadores Jubilados del Perú también me respaldaban, al igual que sus familias. Allí tenía otros 3 millones de votos fijos. No podía perder”, asegura como si fuera un candidato en campaña Campos Arredondo, antes de retomar la realidad.
El ex candidato y también fundador del Partido de Avanzada Nacional (PAN) deja su casaca a un lado, se seca el sudor y agrega que, a tres meses de esas elecciones, ya se sentía dueño del sillón de Pizarro.
“Tenía 55 años y gran experiencia como médico y político, pero debía tomar sedantes para poder asimilarlo. Dormir me fue imposible luego de que los claeístas y los jubilados del país firmaron un acuerdo para respaldarme. En esa reunión, un empresario de San Martín también me ofreció seis avionetas para hacer campaña. Yo estaba en las nubes”, manifiesta.
FIN DEL SUEÑO
Sin embargo, el sueño terminó pronto para el líder del PAN. Afirma que, al ver que su candidatura subía como la espuma de una cerveza en un vaso, Alberto Fujimori, quien en el año 95 se jugaba la reelección, hizo lo imposible para bajarle la llanta a su postulación.
“El JNE estaba en manos de este señor. Por ello, dicho ente adujo que mi lista de candidatos al Congreso estaba incompleta porque un nombre se repetía. No me notificaron para que repare el error en un número determinado de días, tal como lo establece la ley electoral. Solo me llegó un documento que me informaba que yo seguía como candidato, pero que mi lista congresal estaba fuera de carrera. Así me cortaron las piernas porque, al quedarme solo, los que me apoyaban perdieron el interés, ya que muchos de ellos o sus conocidos iban como candidatos al Parlamento”, sostiene.
SIN CHANCE
No obstante, esta no ha sido la única experiencia como candidato de Campos Arredondo. Su CV menciona 11 postulaciones a todos los cargos posibles en política: diputado, senador, alcalde de Lima, alcalde distrital del Rímac, constituyente, parlamentario andino y aspirante a la presidencia de la República en dos ocasiones. Nunca ganó.
Cuando candidateó para presidente en 1985, recuerda el fundador del PAN, apenas pudo sacar mil afiches en papel bond en lo que imprimió el símbolo del movimiento. “Se repartieron 20 en Puno, otros 20 en Piura; en fin, fue una campaña paupérrima por falta de plata”, dice el eterno candidato. En ese año, su mitin de cierre de campaña en la plaza San Martín no reunió a más de 200 curiosos. También recuerda cuando apoyó a Mario Vargas Llosa en los 90 cuando postuló con el Fredemo. Dice que el Nobel lo trató bien. Hoy, Campos Arredondo sigue atendiendo en su consultorio odontológico de Miraflores. Acota que ya no postulará más. Aprendió la lección.
Por Martín Sánchez Jorges (msanchez@peru21.com)
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