Chucky García es el curador del festival colombiano Rock al Parque, uno de los más importantes de Latinoamérica. Dura tres días, tiene cuatro escenarios, y se espera que este año lleguen más de 300 mil espectadores para ver a 74 grupos, que tocan desde metal hasta cumbia. El festival es esta semana y conversamos telefónicamente con su programador artístico.
¿Cuál es el criterio para armar un cartel como el de Rock al Parque, que tiene desde cumbia hasta metal?
El festival tiene una política de fomento al talento local, por eso la tercera parte de la programación son bandas bogotanas que se clasifican a través de una convocatoria y luego en una eliminatoria. También tenemos un componente nacional, para el que tratamos de traer grupos de diferentes regiones del país y, finalmente, lo internacional, donde hay énfasis en los latinoamericanos.
¿Cómo manejan esta aparición masiva de los denominados grupos independientes?
La convocatoria distrital apunta a eso. En cuanto a los internacionales, está también lo emergente, pero no podemos perder de vista a bandas con capacidad de afrontar 100 mil personas y que tengan esa convocatoria.
Las últimas dos ediciones del Rock al Parque mira más a otro géneros y no solo al metal o el punk. ¿Por qué?
En estas dos últimas ediciones optamos por un cartel muy metalero y, al mismo tiempo, eso nos ha permitido meter otros géneros. Una de las músicas más populares de Bogotá es el metal, está muy arraigado. Hoy en Bogotá vas a encontrar más de mil bandas de metal, entonces el público del Rock al Parque son estos chicos. Aparte, el metal bogotano es mucho más clásico, ni siquiera neo metal, es súper clásico, súper conservador. Entonces, no podemos desconocer esto y al gran público, pero el año pasado pudimos meter un grupo de rumba flamenca (Muchachito Bombo Infierno) que nunca se había visto, y este año, lo mismo: tenemos metal los tres días, pero a Celso Piña (que es cumbia). El año pasado también hubo hip hop y ahora tenemos una tarima dedicada a la música electrónica. Entonces, no le quitamos espacio al público del festival sino tratamos de enganchar a otro público.
¿Cuál es la necesidad para un país de tener un festival masivo y gratuito?
Esa pregunta me la hago todos los días. Colombia todavía tiene muchos problemas de primer orden: educación, salud, violencia, transporte. Entonces, me parece algo macondiano, es un milagro que un país como el nuestro exista un festival de rock pagado por el Estado, cuando alguien podría decir que ese dinero se debe invertir en lo que necesita la gente. Sin embargo, al mismo tiempo encuentro que Rock al Parque es una forma justamente de llevarle salud, educación y carreteras a la gente. Es como otra calidad de cemento, más humana y, de algún modo, le deja a la gente algo mejor para sus vidas, y no digo que la alimentación no sea esencial. El festival es un espacio donde las diferentes clases sociales se mezclan, donde la gente finalmente termina siendo igual, porque los únicos distintos son los que están sobre la tarima. En Colombia el rock ha tenido un valor agregado, por eso es que Rock al Parque es importante, pues es un ejercicio de tolerancia, de un país posible, de otra cosa que no sean las carreteras y el cemento. En Colombia hemos podido hacer un ejercicio de ciudadanía.
¿Por qué es importante que el Estado asuma el desarrollo de festivales como este?
Rock al Parque nació hace 21 años y como una política de fomento. Fue pasando el tiempo y se convirtió en una institución de la ciudad y hoy, por decreto, es parte del patrimonio, por ser un ejercicio de convivencia, de aporte y promoción de las artes locales. Alcaldía tras alcaldía de Bogotá ha tenido el compromiso de mantenerlo vivo. Café Tacuba ha venido mucho a Colombia, pero en Rock al Parque es la única posibilidad para mucha gente de ver a la banda sin pagar un peso.
¿Cómo ha cambiado Colombia con el Rock al Parque?
El festival fue importante para que nacieran más festivales.
¿Colombia le debe al Rock al Parque lo que hoy representa musicalmente en Latinoamérica?
Yo creo que sí. Cuando apareció el festival, Colombia no tenía algo así, ni mucho menos gratuito. Y hoy tiene una oferta de un país –lo digo sin ninguna pretensión– de primer mundo. Ahora viene el Lollapalooza, el Sonar, Estéreo Picnic, Medellín tiene un festival, en Cali… Entonces, creo que el Rock al Parque influyó bastante. Y es raro, porque fue el papá de todos estos festivales, pero de algún modo está en una etapa de transición para acomodarse a toda esta nueva cultura de festivales. Antes los festivales eran solo para ver bandas, hoy se va a ver mil cosas y las bandas son algo más. Nosotros todavía somos esa vieja escuela de ofrecer solamente grupos en vivo. Rock al Parque de ser el papá, ahora es como un alumno. Y yo siento que Latinoamérica, de algún modo, en el Rock al Parque siempre ha tenido una gran vitrina de lo que pasa en su música y no solo en el rock, por eso estamos trayendo todo lo que creamos que hace parte del rock latinoamericano, desde Celso Piña hasta Café Tacuba. De Perú aspiro prontamente a traerme unas dos bandas. Lo que estamos empezando a hacer es que países que habían sido grandes participantes del festival los estamos rescatando. En esta edición, arrancamos con Venezuela. Y aspiro que al próximo año sea Perú, que de un momento a otro se desapareció.
¿Qué sabes de la música en Perú?
Estoy muy al tanto. Cuando era programador del Festival Centro traje a Wendy Sulca y su grupo.
¿La llevarías para el Rock en el Parque?
(Risas), no, pero sabes a quien sí quiero traer es a los Bareto, me entusiasma mucho la idea de traerlos, porque es una agrupación que ha hecho un gran trabajo. A Animal Chuki también les he seguido la pista. Yo creo que Celso Piña va abrir un buen camino, pues no es fácil programar cumbia en un festival de rock, porque de todos modos hay detractores, que creen que si uno mete cumbia al festival ya no debe llamarse rock, y eso hay que respetarlo. Yo siento que la cumbia es una especie de nuevo rock y nuevo punk latinoamericano. Es un fenómeno que encuentras como cumbia digital, tradicional, cumbia con ska, cumbia con punk, cumbia con rock, cumbia con pop. Si Latinoamérica tiene hoy un buen momento es, de algún modo, gracias a toda está vuelta de la cumbia. También me gustaría traer a Chico Trujillo de Chile.
¿En qué momento está la música en Latinoamérica?
Es otra pregunta que yo me hago y me la he hecho a partir de las tarimas que tenemos en Rock al Parque. Hace más de 20 años, cuando empezó Rock al Parque, perfectamente se sabía que si traías a Fabulosos Cadillacs, Café Tacuba, Maldita Vecindad o Enanitos Verdes llenabas, que por lo menos iban 50 mil personas. Los cierres del festival eran con artistas latinoamericanos. Hoy, la música cambió, encuentro que no tenemos una nueva generación de bandas que tengan esa capacidad.
No hay un nuevo Aterciopelados ni Soda Stereo.
Exactamente. Ni un nuevo Molotov. Y, entonces, ¿quiénes son los que hoy te pueden llevar 30 mil personas a un festival? De pronto Zoé y Calle 13, pero no hay más. Hay muchísimas más bandas que hace 21 años, pero no muchísimas más bandas que te puedan llevar 30 mil, 40 mil o 50 mil personas.
Hay que programar más bandas, entonces.
No sé si hay que poner más bandas o ver cómo hacer crecer el público de esos grupos que ya hay, porque siento que hay 100 bandas distribuyéndose las 100 mil personas, que antes se distribuían 10 grupos. Cada una tiene mil espectadores y entonces no puedo programar a estas bandas en un escenario de 80 mil personas, porque no va ir la gente, y es cuando uno piensa que toca volver a programar a Molotov, a Café Tacuba, a Los Cafres, que sabes que te van a llevar esa cantidad de gente. Creo que también vivimos una época más dispersa. Me parece chévere que haya más propuestas, pero no termina de cuajar una. O capaz el mundo cambió y ya no volveremos a tener bandas latinoamericanas ‘monstruosas’.
DATOS
- El Rock al Parque este año reúne a Sum 41, Café Tacuba, Nuclear Assault, Los Cafres, Nekromantix, Desorden Público y más.
Por Mijail Palacios Yábar (mijail.palacios@peru21.com)
@mijailpy
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