Diego Pereira
@acunerme
Este sábado ha quedado claro que el pedido de despenalización de la marihuana —para su uso medicinal— va a ser una lucha titánica, pero es justamente por quienes la requieren que se necesita encontrar una solución inmediata.
Como se esperaba, la Marcha Mundial de la Marihuana convocó a todos los frentes: quienes requieren su uso medicinal, los que abogan por el autocultivo controlado y también los que solo quieren consumir cannabis libremente.
Pese a que en la Plaza Washington, punto de partida, se les pidió a los participantes no fumar marihuana, rápidamente el aroma del cannabis se alzó entre la multitud.
Esto (además de la falta de permisos), argumenta la Policía, fue lo que ocasionó la represión del excesivo cordón policial desplegado en una marcha que convocó a menos de 100 personas.
[Policía reprime Marcha Mundial de la Marihuana]
Queda claro también que debe investigarse quién autorizó el uso de bombas lacrimógenas contra el primer grupo de manifestantes, compuesto en su totalidad por niños en sillas de ruedas y coches, quienes daban testimonio acompañados de sus familiares (algunos incluso de la tercera edad) de las ventajas del uso medicinal de la marihuana.
Y sí, es cierto que nuestro país sufre de una informalidad que nos paraliza a todo nivel, que se requieren protocolos muy estrictos e incluso una supervisión constante para lograrlo, pero también es cierto que el Estado debería poder garantizar una distribución eficiente.
La misma Carmen Masías, jefa del ente rector de drogas, Devida,opina que el Gobierno ni siquiera necesita proponer una ley pues puede traer medicina y subsidiarla por razones humanitarias. Sin embargo, hay un proyecto de ley del Ejecutivo que seguro abrirá el debate.
Es necesario, como señalan diversos analistas, identificar los casos particulares. Por eso les dejo ahora el testimonio de una mujer de 77 años que recurrió al aceite de cannabis para ayudar a su esposo, quien sufre de Alzheimer.
Son testimonios como el suyo los que deben motivar a una pronta solución.
Francisca Canal, de 77 años
Mi esposo Juan de la Mata sufre de Alzheimer hace siete años, pero este ultimo año fue terrible porque estuvo muy agresivo. Nos pegaba a todos en casa. Se levantaba a cualquier hora de la noche a oscuras a gritar y patear las cosas. Gracias a Dios conocí Nueva Esperanza. Fui a buscarlos y tuve la suerte que me dieron el aceite de cannabis. Mi hermana, por Internet, consiguió el contacto y los llamó. Yo fui a buscarlos y asistía a las reuniones. Le empecé a dar la mitad de un arrocito a mi esposo cada 12 horas. El primer día siguió agresivo, al tercer día pude ver el resultado. Estaba alegre, inclusive le ponía canciones del recuerdo y balbuceaba, pese a que no hablaba hace 12 años. A veces incluso hablaba también, comenzó a bailar. Por eso estamos reunidos acá. Debería ser legalizada. Esta reunión es medicinal, si los muchachos buscan otra cosa, ya que consigan por su lado. Yo vengo por la medicina, porque es un milagro. Mi esposo ha cambiado bastante. Quiere hablar, tiene apetito. Bajó de peso hasta los 49 kilos. Era un hombre que parecía que hubiera regresado de la Segunda Guerra Mundial. No solo él sufre, sufre la familia en general. Yo tampoco estoy bien. No puedo descansar, las pastillas ya no me hacen efecto. Dormía tres, cuatro horas. Gracias a este aceite de marihuana ya va un mes que duermo tranquila, me siento mejor. Tengo 77 años y nunca siendo joven me acerqué a la marihuana. Yo siempre la he detestado, porque soy del Cusco y veía a los muchachos de la calle Procuradores que salían drogados y era una molestia para mí verlos. Yo siempre he detestado la marihuana como droga. En este caso, como medicina, es algo maravilloso. Le estamos dando calidad de vida a mi esposo ante una enfermedad degenerativa. Ese es mi testimonio.
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Policía reprime a manifestantes de Marcha Mundial de la Marihuana. ➣ https://t.co/cyruQj1uM0 pic.twitter.com/QI6j9QTTR8
— Diario Perú21 (@peru21noticias) 6 de mayo de 2017
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