El Perú hace mucho tiempo dejó de ser un simple proveedor de drogas. Hoy en día el narcotráfico ha avanzado tanto que ya son 213 las cuencas cocaleras que producen cocaína y pasta básica en todo el país. Además, hay 115 pistas de aterrizaje clandestinas y 60 puntos distribuidos en diversos puertos, por donde todos los días salen los estupefacientes hacia el extranjero.
Pese a que desde 2004 no se ha desarticulado ninguna red importante de traficantes de droga, lejos de haberse debilitado, el narcotráfico se ha fortalecido para extenderse por todo el territorio y constituirse en una red casi imposible de controlar.
A diferencia de los años ochenta, cuando existían firmas con cabecillas visibles que controlaban todos los eslabones del negocio de las drogas y eran el enlace con los cárteles colombianos, hoy el narcotráfico funciona diferente. En el Perú ya no existen figuras ni organizaciones capaces de acaparar toda la producción y comercialización de la droga.
Con la llegada de los cárteles mexicanos, en el año 2000, la producción de drogas es libre, el mercado se ha abierto a cualquiera que pueda producir pasta o cocaína y venderla a quien quiera comprarla.
“Producir es bastante fácil, solo se necesita un poco de inversión. En las cuencas cocaleras ya no existen las 30 o 40 firmas de los años ochenta. Ahora el negocio está dominado por organizaciones intermedias de acopiadores que pagan cupos a terroristas, policías y militares corruptos para pasar la droga. En tanto, los productores de droga son por lo general clanes familiares mucho más dispersos y atomizados”, explica Rubén Vargas, especialista en temas de narcotráfico.
Vargas agregó que, debido a esas características, es difícil identificar cuántas de estas organizaciones operan en el Perú, pues ahora son mucho más discretas, no tienen dominios territoriales ni de rutas.
El sociólogo Jaime Antezana dijo que solo en Andahuaylas operarían 150 organizaciones de este tipo y en el Vraem otras 110 firmas de niveles más pequeños, pero que pueden acopiar entre 100 y 500 kilos de droga al mes. “Estos nuevos barones de la droga no solo están en los valles, sino en todas las actividades empresariales, en la minería, pesquería, agroexportación, empresas de transporte e inmobiliaria. Tienen grandes conglomerados y son parte de los nuevos ricos del Perú”, sostuvo.
La procuradora Antidrogas Sonia Medina señaló a la agencia AFP que, según cifras de la Unidad de Inteligencia Financiera y de Naciones Unidas, en el Perú –considerado uno de los mayores productores mundiales de hoja de coca y cocaína–, se mueven al año US$8,500 millones provenientes del narcotráfico.
Medina anotó que ese dinero se está mezclando en el sistema financiero peruano y, si no se hace nada, la tendencia es que se siga incrementando, año tras año.
NEGOCIO EN LA COSTA
Pese a que la mayor cantidad de droga se produce en la selva –en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem)–, el comercio ilegal de drogas es más rentable en la costa. El ex jefe de Devida Ricardo Soberón señaló que el 60% de la droga que se vende al extranjero sale por la costa, hacia Europa occidental o a México, mientras que el 30% lo hace por Bolivia y el resto por las zonas de frontera.
“El tema portuario es muy importante porque permite acumular volúmenes grandes de droga para exportación y es ahí donde se produce el mayor movimiento económico. Se estima que cada año 120 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína salen por la costa peruana: 80 desde el Callao, 20 desde Paita y 20 desde los 60 puntos que hay ‘caletas’ en diversos puertos”, dijo.
Soberón agregó que en los puertos, como el Callao, el precio de la droga es más elevado. Mientras que en los laboratorios de la selva el kilo de cocaína cuesta US$1,200, en la costa se puede negociar por 5,000 o 6,000 dólares. “Se trata de una fuerte cantidad de dinero, pues una transacción de 100 kilos de droga representa una ganancia de 400,000 dólares. Eso explica la vida de lujos y excesos de algunos que se dedican a esta actividad”, refirió.
El experto agregó que narcos de este tipo abundan en los puertos de Paita, Salaverry, Chimbote, Huarmey, Callao, Pisco y Matarani. “En todos hay alguien con esa capacidad de exportar la droga”, sostuvo.
OTRAS RUTAS
Sin embargo, el Vraem también tiene lo suyo. Según Soberón, desde el año 2008, en que se restableció el puente aéreo a Bolivia, todos los días cuatro o cinco avionetas salen con un cargamento de media tonelada de droga desde esta zona del país hacia Bolivia, para de allí llevar los estupefacientes a Brasil y distribuirlos en Europa. Asimismo, otras 20 toneladas salen por el Trapecio Amazónico con dirección a Manaos y siguen por el río Amazonas hasta Belem do Para (Brasil) para finalmente llegar hasta África occidental, de donde se reparte a Francia y España.
“Otras 20 toneladas métricas de droga salen por las fronteras y en el Perú solo se consume entre 12 y 15 toneladas. Eso hace un total de 225 toneladas de droga comercializadas al año, frente a las 30 toneladas que incauta la Policía. La incautación solo llega a un máximo de 7%”, manifestó.
LAVADO DE DINERO
Pero el titular de la Segunda Fiscalía Especializada en Tráfico Ilícito de Drogas, Carlos Bedoya Casablanca, explicó que el ciclo no queda ahí. Las redes criminales ingresan a la economía legal las cuantiosas ganancias ilegales que obtienen y para ello recurren al lavado de dinero.
Las razones son obvias: si una persona empieza súbitamente a realizar gastos millonarios y no es conocido en el sistema financiero, se vuelve blanco de la Unidad de Inteligencia Financiera y eso podría desbaratar la red.
“A ellos no les interesa tener utilidad en el negocio, compiten de forma desleal con el empresario formal, lo hacen quebrar y afectan la economía. Por eso tenemos fiscalías especializadas en lavado de activos que siguen de cerca los casos sospechosos”, aseguró.
Por Mariella Sausa (msausa@peru21.com)
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