Las cifras económicas de la región Ica son auspiciosas. Varios medios de comunicación han resaltado sus bajos niveles de pobreza (4%) y la expansión de su PBI (73%), lo que contrasta notoriamente con los indicadores de la región “contraejemplo”, Cajamarca (51% de pobreza, 32% de expansión). El entusiasmo economicista ha desbordado en entusiasmo a los promotores del libre mercado y la inversión privada, quienes hacen un llamado a mudarnos a Ica. ¿Será verdad tanta belleza?
Uno de los problemas frecuentes con este tipo de diagnósticos es que omiten variables políticas. La propia Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del INEI ofrece información sobre percepciones políticas en estas regiones.
A partir de las preguntas sobre confianza en autoridades (alcaldía distrital, alcaldía provincial, gobernador y Congreso de la República), hemos construido un Índice de Desconfianza Estatal. Aquellos encuestados que opinan que tienen “nada de confianza” en las cuatro autoridades indicadas son catalogados como “desconfiados” o “desafectos del Estado”. En el último año, el 19.9% de encuestados a nivel nacional califica como tal. En Ica, la proporción no varía (20.6%) del promedio nacional; en Cajamarca sí se nota una franca distancia (26.4%).
Efecto Pisco
No nos quedemos con la última fotografía sino veamos la evolución de estos indicadores. Desde 2004 (cuando la ENAHO incluye estas preguntas de percepción política) hasta la actualidad, la desconfianza hacia el Estado casi siempre fue superior en Ica en comparación con el promedio nacional. Pero la diferencia fue más notable luego del terremoto de Pisco (2007): la proporción de iqueños desafectos pasó del 16.9% al 26.0%. Durante la gestión regional de Triveño (2007-2011), este indicador prácticamente no varió. La gestión de Navarro (2011-2014), que coincide con los años de popularidad presidencial de Humala, permitió que la desconfianza caiga entre el 17% y el 20% (aunque siempre por encima de la desafección nacional). Con Cillóniz, contrario al prejuicio, no hubo mucha variación.
Efecto Goyo
La situación en Cajamarca es más dramática. A inicios del periodo estudiado, el nivel de confianza en esta región era mínimo (6.3%). Durante la gestión regional de Coronel (2007-2010), la desconfianza pasa del 12.8% al 16.5%, aún por debajo de los promedios nacionales, pero ya perfilando una tendencia creciente. Durante la gestión de Santos (2011-2014), la desconfianza se dispara: pasa del 14.2% al 25.7%, superando al promedio nacional. En los últimos dos años (con Medina a cargo de la región), la tendencia creciente de la desafección sigue agudizándose, acentuándose la distancia con la media del país.
¿Qué quieren decir estos datos?
Que si bien la pobreza se ha reducido notoriamente en Ica, está muy lejos de ser un “niño símbolo”. No podemos seguir entendiendo el “desarrollo” solo con indicadores económicos, porque nos perdemos la otra mitad de la película. Ica es un buen ejemplo de gestión económica, pero un mal alumno en términos políticos, precisamente porque no pudo convertir el excelente desempeño económico en confianza hacia el Estado. Por su parte, la situación en Cajamarca —económica y política— es lamentable pero esperable. Una gestión sin resultados económicos y sociales poco puede ofrecer en confianza estatal
Datos
- 26.4%. de encuestados en Cajamarca desconfían de todos los niveles del Estado.
- 16.9 – 26%. Creció el nivel de desconfianza en el Estado luego del terremoto de Pisco en 2007.
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