Mariella Sausa
Son las 2:50 a.m. La radio alerta de un accidente a la altura del kilómetro 70 de la Panamericana Sur. Una combi repleta de pasajeros se ha despistado y hay varios heridos. Inmediatamente la ambulancia del Sistema de Atención Móvil de Urgencias y Emergencias (SAMU) enciende su sirena y sale casi disparada al lugar. Su base se ubica en San Bartolo, a unos 20 kilómetros. Felizmente a esa hora no hay tráfico y llega en casi 8 minutos al lugar.
Perú21 acompañó este recorrido nocturno y fue testigo de la rapidez con que los paramédicos entraron en acción para salvar vidas. En el camino, la doctora Lourdes Ugarte Díaz, el técnico de enfermería Italo Muñasqui Rivera y el conductor Jaime Tipismana alistaron sus equipos y se pusieron sus implementos de protección en las rodillas y codos. Estaban listos para el rescate.
En la zona del accidente había mucha confusión, lamentos, dolor. La combi estaba ladeada y los pasajeros reclamaban el traslado inmediato de los heridos a un hospital. Empero, la doctora Ugarte actuaba con calma, pues primero debía evaluar y estabilizar a los pacientes para determinar quiénes necesitaban atención de urgencia. Aunque había varios heridos, la ambulancia se llevó a los tres más graves. Tenían fracturas y contusiones en la columna y en la cabeza. No había lugar para más.
Cuando parecía que la situación estaba controlada empezó la agonía. Los paramédicos coordinaban el lugar más cercano para llevar a los heridos, pero en la zona de playas no había un solo hospital. La primera opción fue ir de prisa al hospital María Auxiliadora, en Villa María del Triunfo, así que el chofer apuraba el paso. Sin embargo, a medio camino les informaron que este lugar estaba abarrotado. Había que buscar otra opción.
La segunda alternativa era llevar a los heridos al hospital de Mala. A dar la vuelta de regreso. Sin embargo, tampoco había espacio. Los paramédicos seguían buscando.
Tras una rápida coordinación, se decidió trasladar a los pacientes a la clínica Santa María del Sur, en Surco, donde finalmente fueron recibidos. Mientras el chofer avanzaba raudo, la doctora Ugarte y el técnico Muñasqui asistían a los heridos para evitar que sus cuadros se compliquen.
“Los primeros minutos de ocurrida la emergencia son un tiempo de oro para los pacientes. No solo es levantar al herido y llevarlo a un hospital, pues si en esos minutos no se le realiza ningún tratamiento o maniobra, la persona puede llegar en peores condiciones y tener secuelas severas o hasta fallecer. Para eso, las ambulancias del SAMU cuentan con todos los equipos y con los medicamentos necesarios”, explicó la doctora Ugarte.
Más dificultades
Pero esta no fue la única emergencia que atendió la ambulancia esa noche. Más temprano una llamada alertó de un accidente en la zona de Pucusana. Junto con la Policía, los bomberos y una camioneta de Rutas de Lima nos trasladamos de inmediato al lugar. Al llegar encontramos las huellas de un despiste, un auto volteado, pero ningún herido. Al parecer los protagonistas del accidente se salvaron gracias al air bag del auto, pero huyeron de la zona por miedo. El viaje y el esfuerzo de todos por llegar raudos fue en vano.
Posteriormente, otro accidente en la carretera alertó a todas las unidades de emergencia. Una moto se despistó y su único pasajero salió volando con tan mala suerte que chocó contra un poste. Cuando llegamos no había nada que hacer. La doctora Ugarte solo certificó su deceso.
Unas horas antes, un vecino de San Bartolo alertó de un incidente con arma de fuego en una vivienda del balneario. La unidad del SAMU también llegó a los pocos minutos de recibir la alerta, pero no había nada. Fue una falsa alarma.
“Esto es muy común. De las 2,500 llamadas diarias que recibe la central del SAMU, el 90% son falsas alarmas o casos menores que se pueden resolver con orientación de un médico”, dijo Humberto Salas, asesor del sistema, quien detalló que también es muy frecuente que se presenten dificultades para la recepción de los pacientes en los hospitales. A veces porque estos están abarrotados y los encargados del servicio de emergencia no priorizan su atención. En otras ocasiones se debe a que no hay camas y los heridos entran con camillas de la ambulancia que luego no son devueltas, y paralizan la labor del equipo.
Falta más consciencia
Pero hay más dificultades. Jaime Tipismana, chofer de la ambulancia del SAMU, refirió que atender una emergencia demora más de la cuenta debido al caos vehicular y a la renuencia de los conductores a ceder el paso. “Hay gente que no se da cuenta de la importancia de este tema. Ven una ambulancia y quieren sobrepasarla o pegarse tras ella. Hay quienes incluso le cierran el paso y, aunque uno toque el claxon o hable por el altavoz, no se dan por aludidos”, dijo.
Giancarlo Passalacqua, director de Prevención del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú, indicó que, además, llegar a una emergencia se dificulta por las calles cerradas por rejas y el caótico tráfico de la ciudad.
“Lamentablemente llegar a una emergencia se ha convertido en un problema grave. Lo peor es que esto pasa por la falta de sensibilidad de quienes están al volante compartiendo la vía. La conciencia cívica y solidaridad que necesitamos aún no es la que quisiéramos y esperamos. Cada demora va acumulando minutos perdidos y eso puede significar una posibilidad menos para que un paciente sea rescatado y atendido”, manifestó.
Piden una sola central
Mario Casaretto, subgerente de Defensa Civil de la Municipalidad Metropolitana de Lima y experto en temas de seguridad, señaló que otro problema es la duplicidad de esfuerzos y la confusión que esto causa, pues actualmente hay muchas centrales de emergencia, como el 105 de la Policía, el 116 de los bomberos, el 106 del SAMU , entre otros.
“Actualmente hay muchas instituciones que tienen buena voluntad y atienden al público, pero buscan mucho protagonismo y la población ya no sabe a quién llamar. Cuando hay una emergencia todos se concentran y compiten por rescatar a las víctimas, de tal manera que se distorsiona la atención inmediata”, aseveró.
Para superar esta situación, Casaretto consideró conveniente que exista una central única de atención que concentre a todas las instituciones que brindan atención de emergencia y, de acuerdo a lo que se presente, envíe las unidades respectivas. “Hay mucha duplicidad de esfuerzos, llamadas falsas o llamadas que en realidad no son verdaderas urgencias y saturan las líneas. Eso debe reordenarse, pero falta voluntad política”, opinó.
El artículo 185 del Reglamento Nacional de Tránsito establece que los conductores de los vehículos deben ceder el paso a los vehículos de emergencia y vehículos oficiales cuando estos anuncien su presencia por medio de señales audibles y visibles.TENGA EN CUENTA
- Al escuchar y ver las señales, el conductor deberá ubicar el vehículo que conduce en el carril derecho de la vía y, de ser posible y seguro, detener o
disminuir la marcha hasta que pase la unidad.
- La infracción de esta norma es calificada como muy grave y se multa con el 12% de una Unidad Impositiva Tributaria, equivalente a 486 soles. Además, acumula 50 puntos en el récord del conductor para la suspensión de su licencia.
- Solo en Lima, existen un promedio de 1,500 ambulancias, 300 motobombas, 5,000 vehículos policiales y 1,000 vehículos de serenazgo cuyo desplazamiento se dificulta por la interferencia de los vehículos que no ceden el paso.
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