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El drama de ser mujer y estar presa en una cárcel peruana

Penales peruanos albergan a más de 4,600 mujeres y 185 menores que viven con sus madres presas. Defensoría del Pueblo pide que se incorpore un enfoque de género en el tratamiento penitenciario para mejorar la vida de las internas.

PENAL DE MUJERES. Reclusas conviven en la cárcel con sus hijos, que son afectados por las condiciones de encierro. (USI)
PENAL DE MUJERES. Reclusas conviven en la cárcel con sus hijos, que son afectados por las condiciones de encierro. (USI)
Mariella Sausa

Mariella Sausa

“El ginecólogo dice que los dolores que yo tenía todos los días eran contracciones. Dentro de mí sabía que tenía algo malo, pues 18 meses reglando no era algo normal. Pero nunca lo consideraron lo suficientemente terrible para atenderme, hasta que me dijeron que tengo cáncer”, cuenta Martha, una mujer española que está presa en el penal de Ancón.

“Es bien duro ser madre en un penal. Me levanto a las seis de la mañana para que me cuenten y mi niña se levanta conmigo. Trato de jugar y distraerla, cocino, le doy de comer, luego un baño y así se pasa el día, todos los días Pienso que se están llevando tres años de la vida de mi hija y eso me atormenta”, relata Carmen, una madre internada en el penal de Huacho.

“Yo sé que estoy aquí por mi culpa y debo pagar. Pero en los penales los hombres tienen más posibilidades de trabajo que las mujeres. Nosotras tenemos el taller de costura y la escuela y nada más. En cambio ellos tienen carpintería, manualidades y otras cosas. Hay internas que somos padre y madre, pero no tenemos la posibilidad de hacer algo para venderlo y ayudar a nuestras familias”, dice Mary, otra interna del penal de Huacho.

Estos tres relatos forman parte de un informe presentado por la Defensoría del Pueblo para dar a conocer la problemática de las mujeres en las diversas cárceles del Perú, con lo que se pone en evidencia que este grupo encarcelado es una población invisibilizada debido a la falta de una perspectiva de género en el tratamiento penitenciario.

“El sistema penitenciario peruano no ha incorporado aún en sus procedimientos las necesidades de las mujeres, lo cual repercute negativamente en sus posibilidades de rehabilitación”, dice en el informe César Cárdenas, adjunto para los Derechos Humanos y las Personas con Discapacidad de la Defensoría del Pueblo.

Diferencias de género


En el Perú hay 4,636 mujeres presas, que representan el 6.3% del total de personas privadas de libertad, las cuales están recluidas en los 13 penales exclusivos para mujeres o uno de los 32 penales mixtos, es decir, aquellos que fueron construidos para varones, pero donde se ha asignado un espacio para las internas.

Ana Melva Félix, de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), refirió que justamente en estos penales mixtos la situación es particularmente difícil para las mujeres. “Definitivamente son penales que han sido pensados para hombres. Allí, por ejemplo, los camarotes son muy elevados, las duchas están en los patios, los servicios higiénicos son silos y en la noche no hay luz para las madres que tienen que dar la leche a sus hijos o agua para lavarse las manos”, comentó.

Félix agregó que se han registrado varias caídas de personas discapacitadas y adultas mayores que, ante el hacinamiento, deben pernoctar en camarotes del segundo nivel.

Falta acceso a salud


Pero quizá una de las dificultades más graves detectada por la Defensoría del Pueblo está referida a la salud. En la mayoría de penales no hay atención especializada para mujeres. Las reclusas son vistas por médicos generales y, si necesitan atención de un especialista, tienen que solicitarla por escrito y pasar previamente la aprobación de una junta médica.

En el caso de las mujeres extranjeras, el acceso al sistema de salud es complicado. El Seguro Integral de Salud cubre su atención, pero solo por un tiempo. Ante ello, muchas de ellas tienen que acudir al apoyo económico de su consulado.

Pero eso no es todo. Morella Parodi, directora del Instituto de Cultura Política, refirió que en los penales el tratamiento en salud mental para mujeres no existe. “En la cárcel hay mujeres y población mentalmente afectada que no recibe tratamiento y mucho menos medicación. Se trata de gente que, además de los problemas que puede haber arrastrado de su vida diaria, sufre los problemas emocionales propios del encierro”, refirió.

Parodi sostuvo que en muchos penales del país esta problemática es atendida apenas por un solo psicólogo, que no se da abasto para evaluar a los internos y hacerles seguimiento. “Con la falta de atención, el dolor de estar separada de su familia, los posibles años de encierro y la falta de oportunidades para trabajar o estudiar, las mujeres terminan con una depresión crónica”, comentó.

Precisamente, el informe de la Defensoría revela que la mayoría de mujeres internas en penales mixtos tienen menos acceso a programas de reinserción laboral que los hombres. El trabajo para las mujeres está asociado a roles tradicionales de género, como el tejido, bordado, chocolatería y cocina, y si se trata de madres presas con sus hijos las posibilidades disminuyen.

Niños en las cárceles


En el Perú hay 176 mujeres que tienen a sus hijos en las cárceles con ellas. De acuerdo con las normas penitenciarias, los menores solo pueden quedarse en los penales hasta cumplir los tres años de edad. Después, salen con un familiar o, si no lo hubiese, irán a algún albergue del Inabif.

Sin embargo, en los penales no hay una guardería para los niños. Tampoco hay pediatras y si se necesita una atención médica especializada se tiene que realizar una solicitud, pero estos trámites demoran mucho y se prioriza la seguridad de la interna antes que la atención del menor.

“En el Perú no existen políticas para el tratamiento de las mujeres reclusas y tampoco hay políticas de prevención del delito teniendo en cuenta los derechos de las mujeres. Aunque el INPE aprobó una directiva para incorporar el enfoque de género, el reto es implementarlo y para ello hacen faltan más recursos, pero sobre todo voluntad política”, aseguró Silvia Alayo, responsable del programa de Justicia Penal y Penitenciaria de CEAS.

Casi 50% de reclusas no tiene sentencia


Otro de los problemas que presenta la población penitenciaria femenina es la dificultad que existe para conseguir una asesoría legal oportuna y de calidad.

Fabiola Franceza, coordinadora de Justicia Previa al Juicio del Instituto de Defensa Legal, reveló que el 46% de las mujeres presas no tiene una sentencia definitiva. “Ante la falta de un enfoque de género, los jueces aplican un estándar muy elevado al evaluar si conceden la prisión preventiva a una mujer. Por ejemplo, exigen que tenga un trabajo formal o propiedades, pero las estadísticas demuestran que las mujeres afrontan más informalidad o menor acceso a bienes y son más bien amas de casa”, dijo.

Ante ello, Franceza pidió a las autoridades que el enfoque de género se incorpore también en este tema.


TENGA EN CUENTA

  • Entre otras deficiencias en las cárceles peruanas, se detectó que las mujeres que son trasladadas al hospital por salud son engrilletadas, pese a estar embarazadas o tener alguna enfermedad grave.
  • A diferencia de la gran mayoría de varones, las mujeres deben realizar un trámite y adjuntar una serie de documentos para solicitar el beneficio de visita íntima. Pero esta solicitud está supeditada a formalismos y subjetividades del personal penitenciario que lo califica.
  • La población LGTBI en las cárceles es agredida constantemente de manea verbal y psicológica por peinarse, vestirse y comportarse de manera diferente de lo que se asocia que debe ser una mujer.
  • El trato del personal penitenciario a las mujeres es brusco; en muchas ocasiones los gritos, insultos y apodos se dan en presencia de niños o familiares.


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Cárceles