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Cualquier objeto pirotécnico es peligroso en manos de los niños, afirmó especialista

Advierten que explosiones por estos artefactos pueden causar quemaduras de segundo o tercer grado y afectar la piel, dermis, músculo y hasta los huesos. También pueden perjudicar la visión y dejar ciego a un menor.

VÍCTIMAS DEL FUEGO. Demetrio Gonzales y sus pequeños Jesús y Brian, de 11 y 12 años, aprendieron a la mala a no jugar con pirotécnicos.
VÍCTIMAS DEL FUEGO. Demetrio Gonzales y sus pequeños Jesús y Brian, de 11 y 12 años, aprendieron a la mala a no jugar con pirotécnicos.
Mariella Sausa

Mariella Sausa

Demetrio Gonzales Aguilar había terminado de colocar una puerta y volvía feliz a casa de su hermana, en Independencia, para recoger a sus dos hijos: Brian, de 12 años, y Jesús, de 11. Era 26 de diciembre de 2015 y había pasado la Navidad en su casa de Puente Piedra junto a sus pequeños. Desde que su madre los abandonó, dos años antes, era la primera vez que los tres reían y no lloraban, pero la felicidad les duró muy poco. Una llamada telefónica alertó a Demetrio. ¿Es el padre de Brian y Jesús?, le preguntaron. “Venga urgente con su DNI, sus hijos se han quemado, es grave”, fue el mensaje devastador.

Los niños habían encontrado los restos de una bombarda llamada ‘torta’ y como notaron que algunos cohetones no reventaron, decidieron sacar toda la pólvora, la chancaron y la juntaron en una hoja de cuaderno. Luego fueron a un descampado y le prendieron fuego, pero inmediatamente fueron envueltos por las llamas, que les causaron quemaduras de tercer grado en el rostro, las manos, las piernas y parte de su cuerpo.

“Su piel de la cara de mi hijo menor se desprendía. Los dos estaban quemados; era triste ver así a mis hijos. Estuvieron solos y sin ayuda, y prácticamente cegados por la explosión llegaron a rastras a la casa de mi hermana y se metieron a la ducha. Allí, mi hermano los encontró y los llevó de emergencia”, cuenta Demetrio.

Después de casi un año de tratamiento, los hermanitos aún sufren las secuelas de las graves quemaduras que les han dejado profundas cicatrices. Actualmente, acuden dos o tres veces por semana desde su casa en Puente Piedra al Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) San Borja para sus terapias de rehabilitación, las cuales se estima que demorarán dos años más. Debido a que Demetrio está solo y es quien traslada a los niños, les cocina y se encarga de los quehaceres de la casa, no puede tener un trabajo regular. Por eso necesita ayuda para sus pasajes y para comprar las cremas que sus niños requieren.

LAS VÍCTIMAS SON NIÑOS


Felipe es otra víctima de los temibles pirotécnicos. Tiene 13 años y ocupa el primer puesto en su colegio de su natal Pallasca, en Áncash. En el mes de setiembre de este año, en una actividad escolar, un grupo de amigos jugaba con un cohetón que no hizo explosión. “Como todo niño curioso, Felipe tomó el pirotécnico y empezó a tirárselo con sus amigos. Sin embargo, tuvo la mala suerte de que el cohetón estallara en sus manos mutilándole los dedos”, cuenta su tía, Delia Olivos Alva.

“Él reconoce que jugar con pirotécnicos fue una travesura fatal y acepta que ahora deberá vivir con esa lección. Felizmente recibió una buena atención, el Sistema Integral de Salud (SIS) cubre sus gastos y ahora está mejor. Va al colegio y, aunque escribe con cierta dificultad y con ayuda, quiere salir adelante y quiere que su testimonio ayude a otros niños a no pasar por lo mismo que él”, asegura Delia.

Pero estos casos no son los únicos. En Lima, hace dos años, poco antes de la Nochebuena, otro adolescente de 13 años que sufrió quemaduras en el 82% de su cuerpo por la explosión de un pirotécnico falleció producto de las graves heridas. El menor, junto a sus amigos, encontró pólvora y mechas en la parte alta de un cerro de Independencia y los metió en su mochila, sin sospechar que el calor los haría estallar.

Los CASOS AUMENTAN


Se estima que cada año 15,000 niños son atendidos por quemaduras severas y leves en diferentes establecimientos de salud del país. Al INSN San Borja se trasladan los casos más graves y cada año atiende a unos 400 pacientes nuevos, que llegan con más del 20% de su cuerpo quemado. Sin embargo, entre los meses de noviembre, diciembre y enero, los casos de niños quemados y mutilados aumentan en un 30% por el uso de pirotécnicos.

La doctora Zulema Tomas Gonzáles, directora general del INSN San Borja, precisó que las quemaduras producidas por artefactos pirotécnicos afectan en su mayoría a los niños de entre 4 y 13 años. Debido a que los niños se exponen a fuego directo, pueden ser quemaduras de segundo o tercer grado, es decir, que afectan la piel, dermis, músculo y muchas veces hasta huesos.

“Es muy triste. En la mayoría de casos, los niños llegan a la emergencia destrozados, sin los dedos de la mano o con huecos en el cuerpo por la masa muscular quemada. Hemos visto casos de pequeños con el cuero cabelludo quemado y hasta la masa encefálica expuesta”, manifestó.

La doctora advirtió que las chispas, la luz de bengala y la pólvora pueden afectar la visión y dejar ciego a un menor. Asimismo, alertó que la ingesta de los productos pirotécnicos puede causar una intoxicación por órganos fosforados, alterar el sistema nervioso y dañar el sistema digestivo.

“Los padres deben saber que cualquier pirotécnico es peligroso en manos de los chicos, pues basta que una chispita se pegue a las ropas sintéticas para que todo se prenda. Las quemaduras pueden producir invalidez, limitaciones funcionales y secuelas estéticas que repercuten psicológicamente en el niño y cuyo tratamiento puede tardar varios años”, sostuvo.

MÁS RIESGO DE INCENDIOS


Victor Raúl Rodríguez Vilca, presidente de la Asociación de Ayuda al Niño Quemado (Aniquem) advirtió que un artefacto pirotécnico al estallar libera calor de entre 700 y 800 grados de temperatura y causa una quemadura profunda. “El accidente es grave y los niños pierden sobre todo calidad de vida, además en muchos casos deben vivir con sus cicatrices de por vida. Por eso, los pirotécnicos solo deben ser usados por adultos”, aseveró.

Además, Rodríguez advirtió que en las fiestas de fin de año también se incrementa el riesgo de incendios debido a la sobrecarga de artefactos con luz o por el mal uso de velas sin la precaución necesaria.

“Todas estas lesiones son prevenibles. Por eso, debemos trabajar para que los adultos a cargo de los niños eviten estos accidentes”, subrayó.

MÁS QUEMADOS POR LÍQUIDOS CALIENTES


El 70% de los casos de niños quemados que ingresan cada año al INSN San Borja corresponden a accidentes ocurridos por líquidos calientes, ya sea porque los menores cayeron a una olla de agua hirviendo o porque esta les cayó encima.

Lo más triste de todo es que estos accidentes ocurren en la propia casa, ya sea porque los menores estaban solos o porque las personas a cargo de su cuidado no tomaron las medidas de prevención necesarias, señaló Zulema Torres Gonzáles, directora del INSN San Borja.

Para tratar de cambiar esa triste realidad, el INSN-SB ha iniciado la campaña ‘Cambiemos la historia: no más niños quemados’, que busca precisamente concientizar a los adultos sobre esta problemática y así disminuir este tipo de accidentes.


TENGA EN CUENTA

  • En la etapa de emergencia, los niños quemados son atendidos por los hospitales del Estado y las clínicas privadas.
  • Los casos más graves, que comprometen el 20% del cuerpo de un menor, son derivados al INSN San Borja. En el INSN San Borja se hospitaliza a un niño quemado cada día y se atiende por consulta externa a unos 350 niños por mes.
  • Aniquem atiende entre 18 a 20 casos de niños quemados por día. Allí se trabaja en la rehabilitación de los pacientes.
  • Puede colaborar con Aniquem comprando tarjetas navideñas. Pedidos a través del correo: tarjetas@aniquem.org.
  • Si quiere colaborar con la rehabilitación de Brian y Jesús, puede comunicarse con su padre: Demetrio Gonzales, al 970080710.


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Pirotécnico