Uno de los grandes vacíos a la hora de hablar de sexualidad es el contacto no genital. Se habla sobre ello, sí, pero poco. La atención se centra en las poses exóticas, en los juguetes sexuales, en cómo experimentar más placer. Es por ello que en esta oportunidad nos enfocaremos en las caricias.
COMUNICACIÓN TÁCTIL
“La caricia es un lenguaje / si tus caricias me hablan / no quisiera que se callen”, escribió el poeta Mario Benedetti en ‘Informe sobre caricias’. En efecto, tocar con cariño es una manera de dialogar con el ser amado.
Para la sexóloga Alessandra Rampolla, cada caricia es una frase. “Imaginemos una caricia suave en los cabellos durante el juego previo o durante el mismo coito –escribe Rampolla en el portal Universo Alessandra–. ¿Qué estamos diciendo? Estamos diciendo: ‘te mimo, te entiendo’. Acariciando el rostro, transmitimos ‘me gustas’. Una caricia profunda y con mucha presencia en el pecho masculino, le dice ‘me importas, te consiento’. Con un suave toque en la entrepierna o en los labios, decimos: ‘te deseo’”.
Lejos de ser accesorio o mero trámite, acariciar es un acto vital en el sexo. No solo como parte de los juegos previos a la penetración: las caricias son necesarias antes, durante y después del coito.
La importancia de este tipo de contacto se basa, primero, en lo sensorial. Las caricias son estímulos táctiles que se procesan y generan sensaciones muy agradables.
“Es la fiesta de la piel / la caricia mientras dura”, dice Benedetti. Segundo, es una manera de profundizar el vínculo emocional entre los amantes. Es la ternura, la calidez, la suave fricción del contacto lo que estimula la conexión afectiva entre la pareja. Lo que venga después, por tanto, será disfrutado y recordado con mayor intensidad.
LENGUA Y TERRITORIO
Además de Benedetti y Rampolla, otra persona que vinculó la piel con el lenguaje fue Gustavo Cerati. “Si el lenguaje es otra piel / toquémonos más / con mensajes de deseo”, dice una canción del argentino.
Por otra parte, Julio Ramón Ribeyro también reflexionó sobre tal nexo. “Conocer el cuerpo de una mujer es una tarea tan lenta y tan encomiable como aprender una lengua muerta. Cada noche se añade una nueva comarca a nuestro placer y un nuevo signo a nuestro ya cuantioso vocabulario”, escribió el peruano en Prosas apátridas.
Si nos tomamos el atrevimiento de hacer una acotación, podemos decir que lo dicho por el escritor también es válido para los hombres. De hecho, un estudio realizado por el Instituto Kinsey –publicado en el año 2011– revela que el contacto cariñoso –besos, caricias– e*leva el nivel de satisfacción de los varones.* ¿Quién dice que ellos solo quieren sexo?
Lo cierto es que la piel es el órgano más grande del cuerpo: ocupa, aproximadamente, 2 metros cuadrados. Una manera de conquistar esa jungla de células es mediante las caricias.
SABÍA QUE
“Parte de la ideología moderna del amor es asumir que amor y sexo van siempre juntos. El gran inconveniente, posiblemente, para los humanos es que no van juntos”, escribió la ensayista Susan Sontag. ¿Serán las caricias el eslabón que pueda resolver ese problema?
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