Antonia Bravo forjó su sazón entre obreros que, en 1995, construían el túnel del óvalo de Higuereta, en Surco. A ellos los deleitaba a diario con un espectacular cebiche de cabrilla con su toque piurano, su tierra. Pronto se corrió la voz de sus bondades culinarias y su clientela la impulsó a abrir un local en la zona, el mismo que, en un abrir y cerrar de ojos, comenzó a vender hasta 700 platos de cebiche al día.
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“Nos fue tan bien que compramos el local, nuestra casa y otro establecimiento en Monterrico. Eso sí, nunca hemos tenido vacaciones. Hasta nos hemos chocado camino a una feria gastronómica en Ica. Nada ha sido fácil”, dice Antonia.
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Esta es su primera vez en Mistura, pero desde mucho antes ya ha tenido la venia de cocineros como Gastón Acurio, que ha visitado su local para probar su trío Calamarcos, que consiste en arroz con mariscos, cebiche con crema de rocoto y chicharrón de pota con chía, el mismo que ha llevado a Mistura. “La chía hace a la pota más crocante y nutritiva”, sostiene la cocinera.
Martín Sánchez
(msanchez@peru21)
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