“Tener un ‘quickie’, o sea, un ‘rapidín’, es saludable. Pero de vez en cuando nomás”, dice Jacky (31). “Lo que más me gusta de lo rapidines es la fuerza, la energía salvaje que uno pone en esos pocos minutos que dura el encuentro”, confiesa Elena (27). “Si te agarran de sorpresa, mucho mejor”, revela Isabel (34).
Como bien dan a entender las declaraciones previas, los ‘rapidines’ son recursos bien recibidos por la mayoría de parejas. La intensidad y brevedad de este acto sexual resulta muy excitante para los involucrados, debido a la liberación de adrenalina. Es pasión pura.
La principal ventaja de los rapidines es que sirven para romper la monotonía en términos sexuales, sobre todo si se realizan en lugares que no sean el dormitorio.
Si la pareja está en la casa, por ejemplo, tener un ‘quickie’ en la cocina o la lavandería podría ser emocionante. Hay quienes disfrutan tener relaciones en lugares públicos, como baños o ascensores, pero hay que tener en cuenta que actos así van en contra de las normas.
EL OTRO LADO
Ya mencionamos los puntos a favor. Ahora, vayamos a los puntos en contra. Uno de ellos: la dificultad para alcanzar el orgasmo por parte de la mujer. El hombre puede eyacular y alcanzar el clímax en cuestión de segundos o pocos minutos.
Sin embargo, como bien señala la sexóloga Debby Herbenick, son pocas las mujeres que son capaces de excitarse lo suficiente para llegar al orgasmo en menos de cinco minutos. No hay tiempo para las caricias y estímulos erógenos suficientes.
Otra potencial desventaja: el riesgo de lesionar a la pareja. Es común que, por la emoción del encuentro, se produzcan golpes o laceraciones por fricción. En el caso de la mujer, una lubricación inadecuada podría generar, además de dolor, un sangrado a causa de un coito brusco o acelerado.
Finalmente, un punto que suele pasarse por alto: el ‘rapidín’ como disfraz de la eyaculación precoz. Como señalaban los testimonios, un ‘rapidín’ es saludable, pero no siempre. No todas las sesiones amatorias deberían ser breves y rudas.
Al contrario, es una excepción a la norma: lo ideal es que la pareja dedique, con calma y espera, un tiempo propicio para atender los requerimientos del ser amado. Ojo, no se pide sexo tántrico todos los días, sino relaciones sexuales en las que ambos salgan contentos.
Volvamos al punto: ¿qué tal si el varón se ha acostumbrado a los ‘rapidines’ porque es un eyaculador precoz? Ahí tenemos un problema para resolver.
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