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Ollanta Humala: Un balance en el tramo final de su gobierno

Escándalos, denuncias de corrupción, crisis mal manejadas y renuncias golpearon al presidente, quien tropezó más de una vez al intentar superar los problemas.

Ollanta Humala: Un balance en el tramo final de su gobierno. (Perú21)
Ollanta Humala: Un balance en el tramo final de su gobierno. (Perú21)

Hace cuatro años y medio, Ollanta Humala llegó a Palacio de Gobierno con 55% de aprobación y, a lo largo de este tiempo, perdió 38 puntos. A siete meses de terminar su gestión, solo el 17% lo respalda y el 80% rechaza su labor. Quizá los hechos ocurridos en este periodo constituyen la interpretación de lo que pasó en las encuestas.

Las luces se encendieron en abril de 2011, cuando Humala pasó a la segunda vuelta con 31.7%. Un mes después, cambió el discurso encendido y se vistió de blanco. Ya no ofreció acabar con la economía “neoliberal” ni miró al estatismo, sino que prometió un gobierno de concertación.

Los problemas surgieron pronto. Sus ex aliados —de izquierda y antimineros— iniciaron una escalada de protestas y bloqueos de carreteras. El 24 de noviembre, estalló el conflicto por el proyecto Conga, que dejó varios muertos, forzó la suspensión de las operaciones y generó la salida de su primer premier: Salomón Lerner (luego seis personas más pasarían por ese cargo).

Otra baja fue el entonces vicepresidente Omar Chehade, quien dimitió tras ser descubierto en una reunión con oficiales de la Policía para favorecer a una empresa privada.

Un año después, el narcoterrorismo y las decisiones equivocadas de sus ministros del Interior y de Defensa sacudieron a Humala. En abril, por ejemplo, las huestes del camarada ‘Gabriel’ secuestraron a 36 trabajadores de Camisea. Ocho agentes fueron asesinados en la operación de rescate.
En los primeros meses del 2013, el enfrentamiento con la oposición se agudizó cuando rechazó la solicitud de indulto del ex presidente Fujimori.

En noviembre, sufrió otra crisis política al conocerse que la vivienda del ex operador montesinista Óscar López Meneses disponía de un ilegal resguardo de 32 agentes. El caso le costó el puesto a un ministro, un viceministro, un asesor y varios jefes policiales.

MÁS QUE SOSPECHAS
En mayo del 2014, se destapó el escándalo del ex asesor nacionalista Martín Belaunde Lossio, quien fue acusado por sus vínculos con el detenido ex gobernador de Áncash César Álvarez y el caso de ‘La Centralita’. Conforme pasaron los meses, se conoció que sus tentáculos llegaron hasta Palacio: por ejemplo, simuló contratos para entregarle dinero a Nadine Heredia y mantuvo cercanía con ella hasta el segundo semestre del 2011.

El 31 de diciembre, se fugó a Bolivia y, en mayo del 2015, fue capturado cuando intentaba escapar a Brasil. Ahora espera su sentencia por los presuntos delitos de asociación ilícita y peculado, en Piedras Gordas.

El 2015 quedará marcado como el año de las agendas de Nadine Heredia (que ocasionaron la renuncia al nacionalismo de Marisol Espinoza). También será recordado por las investigaciones fiscales y parlamentarias a la primera dama, a su familia y a su entorno.

Este año, el reglaje a la oposición, a periodistas y autoridades, ejecutado por la DINI, también afectó al jefe de Estado. Por este caso, la premier Ana Jara fue censurada.

Una constante en todos estos años ha sido el desborde de la delincuencia, las denuncias de corrupción y la desaceleración económica.

Mientras todos estos hechos sucedían, paralelamente, desde el primer momento de este gobierno, la lideresa del nacionalismo se iba forjando una imagen de poder y control en el gobierno.

DATOS

  • El principal logro del gobierno es la reforma educativa, bajo la dirección del ministro Jaime Saavedra.

  • También destaca el fallo de la Corte de La Haya, que fijó los límites marítimos del Perú con Chile.

OPINAN

Enrique Castillo, analista: Tuvo la oportunidad y no lo hizo

Tuvo la oportunidad y el ambiente necesario para hacer algo realmente importante, pero no lo hizo, y prefirió ser uno más. Aunque no, en realidad se resignó a ser uno de los peores.

Ollanta Humala llegó al gobierno venciendo resistencias con la hoja de ruta y con el nombramiento de altos funcionarios que generaban confianza. Los primeros meses y el respaldo popular le daban la autoridad para ejecutar reformas importantes. Pero el primer traspié (Conga) dejó al descubierto que aquel militar que, se suponía, tenía la fuerza y el carácter para hacerlo solo era una imagen. De ahí en adelante, todo fue cuesta abajo. Todos se dieron cuenta de que el presidente se asustaba y retrocedía muy rápido, perdiendo toda capacidad de iniciativa y de reacción. Su esposa no ayudaba, porque su protagonismo, sus ansias desmedidas de poder y su deseo de jugar a la política empezaron a convertirse en un pasivo. Políticamente se vinieron abajo, confrontando, atacando, aislándose, y encerrándose en su círculo más íntimo de incondicionales, obsecuentes y ayayeros. Nunca supo prevenir, enfrentar y corregir los efectos de la crisis mundial, de la caída de los precios de los metales y de la desaceleración interna, que llamó “crisis”, y su ministro, “época de vacas flacas”. Se perdió junto con la incapacidad y la necedad de sus ministros del MEF. Después, dejó de gobernar para convertirse en abogado, escudero y promotor de su esposa. Hasta que casi desapareció.

Santiago Pedraglio, analista: Humala, de cal y de arena

El principal error del presidente Humala ha sido creerles a sus ministros de Economía cuando le decían que el Perú se venía abajo si regulaba mejor, desde el Estado, el funcionamiento de los bancos, los seguros, los servicios públicos, los grifos (que venden la gasolina a precios de escándalo), si regulaba el manejo de los pasivos medioambientales y el cuidado del medio ambiente en general.

A esta falta de voluntad de regular se sumaron la anulación de normas para controlar la masiva elusión tributaria y el temor (infundado) de que el Estado asuma el ingreso de PetroPerú a la producción.

Lo positivo: bien por el fallo de La Haya, que fue una política de Estado. Además, bien por algunas políticas y programas sociales. Bien por las reformas y la prioridad puesta en la educación durante las gestiones de los ministros Salas y Saavedra. Bien por el impulso al Sistema Integrado de Salud (SIS), que da cobertura a 16 millones de peruanos; bien por el Plan Esperanza, que cubre tratamientos costosos en salud; por Beca 18, que tan buen impacto tiene entre jóvenes brillantes y con poco dinero; y por Pensión 65. Aunque con cierto escepticismo, viendo qué candidatos van punteros hoy por hoy, no queda sino esperar que el futuro gobierno corrija los errores y, sin absurdas mezquindades, continúe y mejore las importantes políticas sociales.

Juan Mendoza, economista: La luz al final del túnel Humala

La administración Humala ha sido un fracaso. El crecimiento económico ha descendido desde 6.7% entre el 2007 y el 2011 a menos de 3% desde el 2014. El primer error fundamental de Humala es haber sido enemigo de la inversión privada, en especial de la minera, que hoy se encuentra en franco retroceso. Hay, además de Conga y Tía María, multitud de proyectos detenidos debido a la inoperancia del gobierno. Al no hacer respetar los derechos de propiedad, este gobierno le ha costado al país miles de millones de dólares en exportaciones e ingresos fiscales, además de miles de puestos de trabajo. El segundo error ha sido reducir el impuesto a la renta para enfrentar el enfriamiento causado por la caída en los precios de los metales. Las personas y empresas ahorraron la reducción impositiva en lugar de gastarla. El resultado: déficit fiscal sin que haya habido aumento en la demanda agregada. Lo que el gobierno debió haber hecho es activar la inversión pública que, de forma inconcebible, ha caído tanto en el 2014 como en el 2015.

Este gobierno nos deja, además, un pesado lastre de megaproyectos con dudosa rentabilidad social, como Talara o la Línea 2 del Metro. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Lo mejor del gobierno de Humala es que pronto terminará.

Ricardo Lago, economista: ¿Avances? Solo en educación, los últimos tres años

Los únicos dos aspectos destacables son la continuidad en política macroeconómica y los avances en educación, y estos últimos solo durante la gestión del ministro Saavedra, ya que los dos años de la ministra Salas fueron una pérdida de precioso tiempo en una reforma que comenzó hace ya dos gobiernos. En todo el resto, los retrocesos son notorios. En infraestructura, el principal problema no es que se gaste poco, sino que se gasta mal (megaproyectos, les llaman), sin atender a las prioridades evidentes, y todo a costos inflados. Es patético que, a un cuarto de siglo de la estabilización de 1990, haya ocho millones de peruanos sin agua en sus casas, que la Carretera Central esté peor a como dejó Belaunde hace treinta años y que la otra arteria principal, la Panamericana, todavía no cuente con dos carriles en cada sentido. La causa principal de la brecha de infraestructura y el declive económico es la corrupción rampante que, como ha mostrado la última encuesta de Proética, ha aumentado cada año desde 2002, y que más de la mitad de los encuestados estiman que involucra al gobierno, la justicia y bastantes empresas (“todos amarrados”); desafortunadamente, los encuestados esperan que se agrave en los próximos cinco años. Como no se ponga freno a la corrupción, el modelo económico tiene sus días contados.


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