NO FUE UN DEBATE, FUE UNA BURLA
El mal llamado debate fue una verdadera burla. Un muy mal formato y una pésima distribución de los tiempos hicieron que los moderadores hablen en más oportunidades y más tiempo que los candidatos a la presidencia, que era a quienes los peruanos realmente queríamos escuchar. Y si a esto le agregamos que las interrupciones y cortes les echaban un balde de agua fría a las intervenciones y los diálogos, veremos que se desperdició –por una pésima organización y falta de criterio– una oportunidad de hacer un debate serio y útil para los electores.
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Pedirles a los aspirantes al sillón de Pizarro que les digan a los electores su visión de país, y sus propuestas para temas tan importantes y amplios, en tan solo dos minutos o minuto y medio, y darles a los competidores tan solo 30 segundos para comentar, confrontar ideas o preguntar es, como hemos dicho, una verdadera burla. Los peruanos no hemos escuchado nada nuevo. No hemos podido comparar ideas ni planteamientos. Solo hemos visto chispazos que eran rápidamente apagados, conjuntamente con los micrófonos, para escuchar reiteradas veces las frases del protocolo. ¿Se le tiene tanto miedo al debate que se le bloquea con formalidades y formatos que silencian y distancian?
Enrique Castillo//Analista político
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REPARTO DE PROMESAS
Todos los candidatos y candidatas presidenciales repartieron promesas. No fue, como dicen algunos críticos de Verónika Mendoza y de Alfredo Barnechea, una peculiaridad de estos dos postulantes (o de Gregorio Santos).
También políticos “realistas” y pro continuación intocable del modelo, como PPK, se afanaron al máximo en prometer agua, gas (incluso a doce soles), carreteras, educación de calidad del primer mundo, salud pública asegurada para toda la población.
[Elecciones 2016: Un debate presidencial con muchos pullazos y pocas propuestas]
Quizá el lenguaje corporal de los candidatos haya tenido más impacto que lo dicho o prometido.
Es difícil creer que el debate tendrá una gran influencia en la intención de voto; probablemente las nuevas denuncias que durante la semana aparecerán y las respuestas que se les den tendrán una mayor influencia.
Como un hecho aparte, las críticas previstas de Fernando Olivera hacia Alan García remecieron las redes sociales.
El compromiso adelantado de Keiko Fujimori —no hará todo lo negativo que hizo el gobierno de su padre— tuvo un sabor defensivo y, en todo caso, más pareció un recurso efectista de cierre de campaña de segunda vuelta que uno de primera.
Santiago Pedraglio // Analista político
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