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Caso Hugo Bustíos: Así fue el asesinato del periodista

A Bustíos lo ejecutaron miembros del Ejército Peruano de la Base Militar de Castropampa, en Huanta, que estaba al mando de Daniel Urresti, según testigo.

Hugo Bustíos fue asesinado en 1988. (Fuente: redaccion.lamula.pe)
Hugo Bustíos fue asesinado en 1988. (Fuente: redaccion.lamula.pe)

Él (Hugo Bustíos) fue a cubrir un asesinato que le hacen a la señora Primitiva Jorge Sulca y a su hijo. Llegó ahí a la casa de la señora ya estaban los militares. Estaban haciendo patrullaje acantonados.

- Buenos días.

- ¿Qué hay compadre? Retírate.

- Pero quiero tomar fotos. Soy el corresponsal de Caretas- inclusive lo insultaron – no, tú no puedes entrar a tomar y punto. Se acabó, compadre.

- Por favor, no- entonces, él regresa.

Él regresa a la casa y me pide que lo acompañe al cuartel para pedirle permiso a Carlos (La Vera Hernández). Cuando llegamos en la moto, él lo coge del hombro y lo hace cruzar al otro lado de la puerta. Cuando cruza sale el Command Car con 4. Es cuando levanto la mirada y digo:

- Yeni (Eduardo Rojas Arce), ¿estos de civil trabajan acá?

- Sí, Marquita son de inteligencia. Mujeres también hay.

Ya cuando estamos saliendo le digo y ¿para qué te ha hecho venir? Maca, dice que ha caído el camarada Sabino y me ha echado, dice que me conocen. Claro, todos nos conocen por la tiendita, así le hubieras dicho. Me dejó en la casa y le dije que mejor no vaya.

- ¿Ya ves? Por eso no me gusta decirte nada. Prepárame bastante chicha heladita.

Ese día hacía un calor espantoso. Antes de irse me llama y me dice “China, en media hora, si no regreso avisas a Caretas y vas a recogerme”. Yo agarré y le grité “hierba mala nunca muere”.

Se fue con Eduardo en la moto. Rumbo a la casa de la comadre Primitiva había un badén bien profundo. Entonces él sobre para ahí y ta-ta-tá.

- ¡Alto! ¡Alto! Somos periodistas.

De un caserón abandonado salen los cuatro y lo ametrallan. Él malherido sale, se arrastra y cae. Eduardo salta. Hugo le dice “loco, corre, sálvate, es el ejército”. Eso ha sido la razón por la que lo destrozan. Porque de repente si él no hablaba se hubiesen largado.

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A Eduardo lo ametrallaban y él escapa en zigzag. Entonces escucha una detonación y voltea y ve que Hugo se elevaba tan alto y luego cayó. Nunca pudo ese joven superar eso. Cuando nos encontrábamos era puro llanto.

Cuando me entero, voy en la camioneta y una amiga sobre para y me dice “Maquita, no vayas. Anda pide seguridad al Ejército, que te acompañe”. Lógico, mis amigos. Me fui al Ejército. Llego a la base de Castropampa y pido conversar con el comandante (La Vera Hernández). En eso demora un poco para salir y cuando sale estaba oliendo bastante a cigarro y a alcohol. Lo agarre y le dije:

- Carlos, qué hiciste, tu gente mató a Hugo. En su conciencia llevan a un hombre inocente y dejan a cuatro niños en la orfandad.

- Maquita, tranquila, te prometo que si es mi gente les vamos a dar la sanción que merecen. Te prometo – hizo pedir un agua, no la tomé.

¿Por qué el alcohol y el cigarro? ¿Se arrepintió? ¿Qué dijo? ¿Me fregué? ¿Qué dijo? Dígame Ud. ¿por qué? Cuando fui a la policía ya estaba el carro de la PIP saliendo, el fiscal, ya todos estaban ahí. Cuando llegué le dije “doctor, mataron a Hugo”, “tranquila hija, tranquila vamos”.

Yo iba con mi camioneta siguiendo a ellos. Cuando llegamos a Arapata, estaba acordonada de la gente de los Cabitos y en eso no me dejaron pasar. Yo quería pasar para recogerlo, agarrarlo. Quería a toda costa, y las amistades y los soldaditos lo impidieron. Había un soldadito que lloraba, me miraba y lloraba el soldadito. Yo decía por qué te hicieron esto, terco, su terquedad hizo esto.

Cuando lo levantan veo que se le caía trozos de carne. No podía creer. Tan es así que la mano la encontraron mucho más allá, la mano izquierda que la tuvieron que llevar aparte y para que aparezca en el saco se le cosió la mano al saco porque todo estaba destrozado. Un pedacito de acá se había librado, este pedacito.

Yo gritaba, fue terrible. Eso lo recuerdo siempre como si fuese ayer, en este momento. Imagínese, ensañarse.

¿Y por qué no encontramos los casquillos, joven? ¿Se hubiese dado el trabajo otra persona de recoger eso? Ni un casquillo. Y han sido metralletas porque han sido ráfagas de ta-ta-tá.

No había nombres. Imagínese yo he peleado contra un monstruo que es el Ejército.

¿La Vera se acercó en algún momento a decirme, Maca, mis condolencias? ¿Alguna vez cuando fui me dieron el nombre de la patrulla? Jamás, se quebró la amistad ahí. Una vez lo tuvimos en casa, almorzamos con él, y él conocía muy bien la casa. ¿Siendo algo lo hubiésemos dejado entrar a nuestra casa? ¿Hubiésemos compartido con él algo? Dígame Ud. ¿por qué lo mataron así? De una manera tan vil se han ensañado con él ¿por qué?

Por Jona Castro
Relato de Margarita Patiño, viuda del periodista Hugo Bustíos. Este texto fue publicado originalmente en su cuenta de Facebook.


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